Rayón. Méx. En una explanada dominada por uniformes, marchas y el eco de órdenes firmes, destaca con determinación el rostro de Ayana Hernández, una joven de 25 años originaria de Lerma, quien decidió romper estereotipos y alistarse como voluntaria en el Servicio Militar Nacional.
A diferencia de sus compañeros varones, para ella no fue una obligación, sino una elección de vida, una decisión que la transformó, en sus propias palabras.
Mi deseo fue primero para que me enseñaran aquí valores, sobre todo disciplina también porque me gustaría pertenecer a la Guardia Nacional, entonces para irme adaptando, nosotros venimos por gusto, no por obligación; eso lo hace una responsabilidad todavía más grande
Ayana Hernández
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Ayana llegó a este espacio militar con dudas y temores, ajena al mundo castrense y al rigor que implicaba; sin embargo, la rutina y la disciplina no la intimidaron, por el contrario, encontró fuerza en el espíritu del cuerpo que define a las Fuerzas Armadas.
Cada sábado desde las siete de la mañana, forma filas, realiza honores a la bandera, toma clases de formación cívica, entrena técnicas de defensa y fortalece el compañerismo en su pelotón.
Al principio sí me dio miedo porque no estaba nada relacionada con esto, pero conforme me fui adaptando, cada vez que vienes te da mucho valor, mucho honor
Ayana Hernández
No oculta que es demandante especialmente bajo el sol, pero insiste en que el respaldo de sus compañeros y superiores la hace resistir.
Como muchas otras mujeres que se han sumado voluntariamente al Servicio Militar, Ayana enfrenta voces disonantes que cuestionan su decisión, algunos le dijeron que perdería el tiempo, que ese esfuerzo no le correspondía, pero el apoyo de su familia, en especial de su esposo, fue más fuerte.
Él me dijo que sí, que está muy bien, que también se sentía orgulloso y que esto me iba a hacer crecer como persona
Ayana Hernández
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Ella tiene claro su objetivo: formar parte de la Guardia Nacional, una aspiración que la motiva cada sábado a levantarse temprano y dar lo mejor de sí. Su cabo, quien también pertenece a esa corporación, le ha mostrado el camino. No les teme a los riesgos, porque estos existen en cualquier ámbito, civil o militar, aseguró.
Más allá de la instrucción física y táctica resalta que esta experiencia le ha devuelto el sentido de pertenencia a su país, cree que en su generación se están perdiendo valores fundamentales y en que el Servicio Militar puede ser una vía para recuperarlos.
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