Toluca, Méx. Mientras las ciudades brillan más que nunca con miles de luminarias, edificios iluminados y anuncios espectaculares, un enemigo silencioso se cuela por las ventanas cada noche: la contaminación lumínica. Fenómeno de alteración en la oscuridad que afecta al medio ambiente, nuestra salud y hasta la astronomía.
Aunque poco visible en la agenda pública, esta forma de contaminación altera los ritmos biológicos humanos y daña nuestras vidas, así como a la de la fauna nocturna. Especialistas en medio ambiente, astronomía y medicina coinciden en que la luz artificial excesiva debe considerarse un riesgo sanitario y ambiental que urge atender.
En entrevista para El Universal Estado de México, Gerardo Collado, especialista en políticas ambientales, explica que la contaminación lumínica no solo consiste en la sobre iluminación, sino en la mala dirección de la luz.
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“El alumbrado público se desperdicia, ¿en qué sentido? en que se proyecta hacia el cielo, mucha de esa luz no cumple su función, y sí genera efectos negativos sobre humanos y ecosistemas”, apunta.
Advirtió que el abuso de las luminarias LED, con su espectro frío y brillante, ha intensificado el problema: en décadas pasadas teníamos luces más cálidas, pero ahora todas son blancas y mucho más intensas, lo que ha transformado el entorno de manera drástica.
Resalta a la fauna nocturna como una de las principales víctimas de la alteración artificial del ciclo día-noche.
“Se reduce la población de las especies a largo plazo; en el corto plazo, algunos animales como los murciélagos se ven beneficiados al atrapar más insectos, pero después toda la cadena alimenticia se ve afectada”, explica Collado.
En Toluca, menciona que parques como el Sierra Morelos ya muestran signos de afectación por luminarias que apuntan directamente hacia el área natural.
Por su parte, Alejandro González Palomino, presidente de la Asociación Astronómica del Valle de Toluca, advierte que el daño va más allá del medio ambiente: también se ha fracturado el vínculo ancestral entre el ser humano y el cielo.
“Estamos hablando de un porcentaje, quizás de un 5% de las estrellas que pudiéramos ver en un cielo totalmente sin luz, eso ya no lo vemos, porque simplemente nos alejamos cada vez más de la oscuridad natural”, lamenta.
Desde el enfoque del bienestar, el impacto es más profundo de lo que muchos imaginan.
Héctor Manuel Tlatoa Ramírez, director de la Clínica del Sueño de la UAEMéx, explica que la exposición prolongada a la luz artificial altera el sueño y desencadena múltiples trastornos.
“Durante el sueño se limpia el tejido cerebral de neurotoxinas, se regula la temperatura corporal y se fortalece el sistema inmunológico, una persona que no duerme bien tiene más riesgo de enfermedades, sobre todo respiratorias”, señala.
Recordó que hasta un tercio de nuestra vida estamos dormidos, por lo que si ese tiempo no es reparador, la calidad de vida se deteriora.
Tlatoa Ramírez advierte sobre el efecto de la luz azul, especialmente de pantallas electrónicas, en la producción de melatonina, la hormona del sueño.
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“No solo la luz, también el raciocinio de pensar qué voy a contestar o leer algo, todo eso te mantiene despierto. Hay quienes creen que tener un filtro en el celular es suficiente, pero si estás mentalmente activo, igual no descansas”, informó.
Propone explorar opciones como las luminarias con sensor de movimiento, que sólo se activan cuando alguien pasa.
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