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Toluca, Méx. - La educación fue uno de los ámbitos más afectados durante la pandemia por COVID-19. Solo entre los años 2020 y 2022, la tasa de deserción escolar fue del 8.8 por ciento, aunque con el paso del tiempo esta cifra ha ido disminuyendo. A cinco años del inicio del confinamiento, algunos de los efectos en los procesos de aprendizaje aún persisten.
Para los estudiantes de los distintos niveles educativos (básico, medio superior y superior), el confinamiento y la modalidad virtual de las clases representaron grandes cambios, retos y consecuencias difíciles de superar.

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Ansiedad y depresión
La escuela es un espacio que fomenta la socialización y las relaciones interpersonales, al no tener acceso a ella, algunos adolescentes sufrieron trastornos psicológicos, la evidencia de esto fue el incremento de casos de depresión y ansiedad. Se estima que tres de cada cinco jóvenes mostraron síntomas de depresión y que el 57 por ciento de este sector de la población experimentó ansiedad, lo cual repercutió en su rendimiento académico, esto propició la ausencia de los estudiantes en las clases en línea, así como, su poco o nulo interés en participar durante clase.
Rezago tecnológico
Pese a que las clases se impartían vía plataformas de video llamada, la abrupta transición a las herramientas tecnológicas para la educación evidenció el rezago educativo en cuanto a las habilidades digitales, además, marcó un punto de no retorno en la educación actual. Los estudiantes se vieron obligados a desarrollar habilidades computacionales y a familiarizarse con otras herramientas para realizar sus actividades escolares. Sin embargo, para algunos docentes, el cambio radical en su forma de impartir clases los rebasó, lo que resultó en clases deficientes y poco motivadoras para el estudiantado.

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Desajuste en el ciclo del sueño
Por otro lado, los ciclos de sueño también se vieron alterados debido a la modificación de los horarios. Antes de la pandemia, los trabajos escolares se entregaban durante las horas de clase, pero a partir del confinamiento se acostumbró que las entregas no fueran necesariamente en esos horarios, sino poco antes de la medianoche. Además, la sensación de no salir de casa favoreció la costumbre de estar conectado a cualquier hora del día o de la noche, lo que redujo el rendimiento y energía de los estudiantes durante las horas de clase.
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