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Toluca, Méx. Como lo marca el calendario, 60 días después del Domingo de Resurrección, católicos se dieron cita en sus templos para conmemorar el Jueves de Corpus. En la Catedral de Toluca, a las 11:30 horas, se llevó a cabo la procesión del Santísimo Sacramento, que dio pie a la Eucaristía en punto del mediodía.
De acuerdo con el antropólogo de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), Antonio de Jesús Moreno Jiménez, esta fiesta recuerda la institución de la Eucaristía durante el Jueves Santo.
Historia del Jueves de Corpus
Según la tradición, durante la Última Cena, Jesús convirtió el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre, lo cual representa el traslado divino de este sacramento, un momento cúspide en la conformación de la fe católica.
El Jueves de Corpus, explica el especialista, es una conmemoración especial en la que los católicos enaltecen la presencia real de Jesucristo.
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Tradición de las “mulitas”
En tanto, la tradición de las “mulitas” se origina por la combinación de elementos religiosos, sociales y prehispánicos, y evoca a la figura de San Antonio de Padua, de quien se dice que una mula se arrodilló ante la Sagrada Hostia como símbolo de unión.
Esta imagen dio origen a la visita de animales particularmente mulas a los templos. Hoy, ante la dificultad de replicar esta práctica, se elaboran “mulitas” de palma, barro u hojas, adornadas con flores y carritos. Estas figuras suelen ir acompañadas por niños vestidos de “inditos”, representan a los antiguos vendedores que se instalaban en la Catedral de México, los cuales cargaban guacales con frutas para ofrecer a los feligreses.
En la Catedral de Toluca, punto neurálgico de las celebraciones, el festejo se vivió con un ánimo agridulce. El clima frío y la amenaza de lluvia provocada por el huracán Erick disminuyeron considerablemente la asistencia de personas dispuestas a mantener viva la tradición.
La lluvia nos espantan a la gente, pero tenemos todo el ánimo para hacer nuestra venta y vender nuestras mulitas”, indicó Daniel Sánchez, vendedor de estas piezas.
Pese a ello, lo que sí se hizo presente fue el comercio, con piezas elaboradas en distintos materiales como madera, barro y las tradicionales de palma o hoja de maíz. En el sitio se ofertaban mulitas desde cinco hasta mil 800 pesos.
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Resultó notable cómo la tradición recayó, una vez más, en personas de la tercera edad, quienes llevaban al templo, en su mayoría, a sus nietos, en una práctica que lentamente se desvanece. Uno de los indicios más claros de esta disminución fue el escaso número de comerciantes, pues apenas se contabilizaron siete pequeños puestos de venta.
Es una tradición muy bonita. A mí me recuerda a mi papá y a mi abuelo, y por eso, hoy que me toca ser el pilar de casa, como abuelita, me gusta mantenerla”, expresó Adelina Becerra, toluqueña de 71 años.
Durante el recorrido del Santísimo, que salió de la Catedral, se hizo un llamado a los fieles para que no permitan que esta celebración se pierda y la transmitan tanto a niños como a adultos, al mismo tiempo que se despojan de lo material.
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