Es lo que hace falta en estos momentos para poder realizar una evaluación lo más objetiva posible sobre la elección del Poder Judicial, que sirva de base para contar con un diagnóstico lo más certero que nos permita dar un paso hacia adelante y no dos para atrás. Dicha evaluación se torna complicada, sobre todo por la polarización de opiniones entre quienes estuvieron a favor y los que la rechazaron; misma que no ha concluido, y en el pos debate electoral, ya no se cuestiona su viabilidad, sino su legitimidad.
Los críticos de la elección han transitado del boicot a cuestionar la legitimidad de la misma por la baja participación ciudadana, la cual a nivel federal apenas llega al 13% y a nivel estatal a poco más del 12%, considerando en ambas, los resultados de la elección de la Suprema Corte y de la Presidencia del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México, respectivamente. Para dimensionar y calificar este nivel de participación es necesario tomar en cuenta algunos elementos del contexto como los siguientes:
Con todo lo anteriormente expuesto podemos entonces valorar si los 12,965,574 de votos a nivel federal y 1,630,079 votos a nivel local que representan un 13% y un 12.34% de participación respectivamente, datos que indican un 88 por ciento de abstencionismo, es indicativo para restarle certeza, transparencia e imparcialidad a este proceso inédito y sí histórico, porque la Historia en el tiempo, lo analizará y lo registrará considerando muchos otros factores nacionales e internacionales.
En elecciones de integrantes de los Poderes Ejecutivos y Legislativo que llevan más de un siglo de experiencia se han registrado altos porcentajes de abstencionismo, baste recordar el del año 2003 para diputados federales, cuyo dato es de 58.7%, de los más altos en los últimos años. El abstencionismo es sin duda un elemento que vulnera, cuestiona y debilita nuestro sistema electoral, alegrarse de que esté presente en los procesos electivos debiera preocuparnos.
Deslegitimar la elección de personas juzgadoras y de manera mezquina cuestionar el profesionalismo y la honestidad de los órganos electorales, no ayuda en la evaluación.
Sin duda alguna muchas cosas pueden mejorar, siempre y cuando tengamos la voluntad de avanzar y construir y no el afán de obstaculizar, demeritar y destruir.
Serenarnos es lo más recomendable.
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