La Universidad Autónoma del Estado de México lleva 106 días de paro. Este 18 de agosto se suponía que se liberan las facultades tomadas por el Enjambre Universitario Unificado (EUU) y se pueden retomar las clases presenciales. Escribo esta colaboración como profesor de tiempo completo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y en apoyo a los 227 alumnos que votaron por levantar el paro en esta facultad, pero además, como una voz de los miles de ciudadanos de la ciudad que se han vistos afectados indirectamente por el paro: cafeterías, transportistas, comerciantes, etc muchos han dicho que es necesaria una intervención más fuerte de la autoridad para terminar este atropello. ¿Es necesario el uso de las fuerzas policiales para detener a los enmascarados que tomaron posesión de las instalaciones universitarias y terminar el paro? Veamos.
El siglo pasado el movimiento estudiantil de 1968 marco una era en las relaciones del estado con la sociedad. Sus repercusiones en la construcción de la sociedad y en la narrativa duraron décadas: un estado represor, totalitario, impulsivo y cerrado al diálogo. Eso no impidió nuevos movimientos, como el halconazo de 1971 o el antecedente directo en la UAEMEX en 1978 con el intento de reelección del rector Barrera. El PRI se caracterizó por ser represivo. Lo vimos con el EZLN en 1994 y luego en San Salvador Atenco. ¿Queremos regresar a esos tiempos?
Nuestra sociedad actual recibe olas de información digital que opina con datos superficiales, y que tiene más libertades de expresión y de información que antes ¿Apoyará estas acciones?
Los alumnos de la UAEMEX han ganado la batalla mediática y del control universitario. Todas sus demandas originales: renuncia de la candidata oficial; renuncia del rector; doble voto estudiantil; derogación de los artículos que castigan la libertad de expresión y la reposición del proceso de elección de rector los consiguieron. El resto de sus demandas dependen de decisiones federal y estatal que toman más tiempo.
La negativa de no respetar los acuerdos de sus asambleas y a romper la comunicación como lo ha hecho el grupo de paristas que mantiene tomada la FCPyS demuestran la falta de voluntad por devolver las instalaciones anteponiendo sus intereses personales. Además, al permanecer encapuchados - a pesar de tener garantías legales a su favor - no permite distinguir que sean estudiantes genuinos sino que responden a intereses políticos y de grupo ajenos a la universidad, los que se han apoderado ilegalmente del movimiento y de las instalaciones.
Dicho esto, me parece que la autoridad estatal - responsable de las instalaciones universitarias - debe tomar acciones más duras contra aquellos que están dañando impunemente a la UAEMEX, sin tener que utilizar la fuerza pública antimotines que destruyan la paz, pueda consignar individualmente los pseudo-líderes para que reciban un castigo justo y proporcional por los delitos cometidos.
Es urgente encontrar un camino donde pueda imperar el diálogo y la construcción de consensos pero que busque el equilibrio entre la rendición de cuentas y el imperio de la ley o regresaremos a la represión y el totalitarismo que queremos dejar atrás.
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