La semana anticorrupción 2025 acaba de terminar entre discursos y reconocimientos. Mientras tanto, en las calles, la extorsión diaria crece sin control. Los organismos anticorrupción celebran, pero los ciudadanos seguimos pagando el sobreprecio de la impunidad.
Usted sube a cualquier autobús y paga la tarifa oficial autorizada. El conductor lo mira y le dice que esa no es la tarifa, que pague cuatro o cinco pesos más, si no lo hace "que se baje". Detrás suya hay una fila esperando pasar y todos se impacientan. Usted termina pagando el sobreprecio.
El lector me dirá que esto no tiene nada que ver con la semana anticorrupción gubernamental. Se equivoca. Tiene todo que ver, porque el taxista y el conductor de autobús obedecen a sus jefes, quienes están protegidos por el soborno que entregaron a inspectores y funcionarios de transporte para "dejar pasar" estos pequeños deslices que generan millones de pesos diarios a cambio de una jugosa "comisión".
Esta cadena de complicidad conecta directamente a quien cobra el sobreprecio en la calle con quién autoriza las rutas, otorga concesiones y simula supervisar el servicio. Sin esa protección institucional, ninguna red de extorsión podría operar con tal impunidad.
Pero los casos de abuso burocrático son igualmente escandalosos. La compañía de luz impone más requisitos para abrir un contrato nuevo, pero ¿para qué tantos trámites si solo cambia el nombre del usuario? El punto es que si ese usuario no utiliza el servicio, de todas maneras hay que pagar mensualmente "tarifa mínima" de conexión. ¿Por qué pagar por un servicio que no se utiliza? ¿A dónde va ese dinero? Claro que este dilema se puede arreglar si sabe con quién.
Mientras tanto, el derecho de piso que siguen cobrando los criminales a cualquier negocio formal o informal que ocurra en nuestras calles permanece intocado, protegido por la misma red de complicidad que involucra a autoridades de todos los niveles.
La corrupción sigue aumentando. ¿Por qué entonces el sistema anticorrupción, los consejos de participación ciudadana, el INFOEM, siguen celebrando? La respuesta es obvia: celebran la simulación.
Simulan como que combaten la corrupción. Simulan su trabajo, forman parte de lo que podemos llamar "la industria anticorrupción": una red de organismos, consultores y funcionarios que crean foros, charlas, conferencias y eventos para justificar su participación en la nómina, pero que nunca combaten realmente la corrupción.
No hay personas en la cárcel, no hay dinero recuperado, no hay nuevas iniciativas legales para hacer contrapeso a la impunidad. Por el contrario, las redes de corrupción que involucran a funcionarios de todos los niveles, inspectores corruptos y delincuentes aplauden y apoyan los festejos anticorrupción porque les garantizan impunidad; siguen siendo cortinas de humo para que ellos puedan seguir abusando de los ciudadanos sin ningún obstáculo.
El círculo vicioso es perfecto: la industria anticorrupción justifica su existencia con eventos, mientras las redes de corrupción celebran la impunidad garantizada. Entre tanto ritual, los ciudadanos seguimos pagando sobornos diarios. Esta no es una batalla contra la corrupción; es un pacto de simulación que nos cuesta a todos.
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