La tecnología avanza a una velocidad brutal, y sin darnos cuenta, la inteligencia artificial está metida en nuestra vida cotidiana. En el buscador que usamos, en el celular que traemos en la mano, en las redes sociales que nos conocen mejor que muchos amigos, y hasta en el correo que escribimos sin pensar mucho. Lo curioso es que, aunque ya convivimos con ella, en la mayoría de las pequeñas y medianas empresas, ni siquiera hemos empezado a usarla como deberíamos.
Aún no entendemos cómo se puede aplicar en lo operativo, en lo que realmente necesita una empresa que no tiene diez departamentos ni un área de innovación, pero que sí urgencia de mejorar, vender más, atender mejor y no perder tiempo y dinero.
Hoy existen agentes de inteligencia artificial que pueden ayudarte a hacer mucho más con lo mismo que tienes. No hablo de contratar un robot, hablo de tener un asistente virtual que te ayude a responder mensajes de clientes, a redactar un correo difícil, a hacer tu post para redes, a corregir tus contratos o a planear tus citas del día. Herramientas como ChatGPT, Gemini, Copilot, Claude, Mistral, Llama, Perplexity o Sintra no son solo nombres raros: son opciones reales, muchas gratuitas o muy accesibles, que pueden convertirse en tu secretaría digital, tu asesor de ventas, tu creativo, tu administrador de tareas o tu traductor.
Imagínate que estás en una tienda, y un cliente te escribe por WhatsApp con cinco preguntas sobre tus productos. Puedes conectar un agente de IA para que conteste con claridad, sin errores y sin dejar de atender lo que estás haciendo. O que tienes que hacer una cotización, pero estás en carretera; la IA te la puede redactar si solo le dictas los datos. O que tienes que preparar una presentación para un cliente nuevo, y no sabes dónde empezar; la IA te genera un esquema, te pone los bullets, te sugiere ideas clave. Todo eso en segundos, sin pedirte vacaciones, sin cobrarte extra por trabajar de noche o fin de semana.
No sólo sirve para tareas de oficina. También puedes usarla para organizar entregas, llevar un inventario simple, generar reportes de gastos, calcular cuánto puedes invertir el siguiente mes o qué productos deberían promocionar más, con base en tus ventas pasadas. La IA puede ayudar a documentar procesos, crear instructivos para empleados, contestar correos complicados con tono profesional o revisar tus publicaciones antes de que las mandes a imprimir.
No se trata de volvernos técnicos ni expertos en programación. Se trata de ver a la inteligencia artificial como un brazo más dentro del negocio, como ese colaborador que no duerme, que no se cansa y que aprende con cada uso. Lo que hace falta es perderle el miedo, empezar a usarla, integrar en tareas simples, y darnos cuenta de que sí funciona, de que sí ahorra tiempo, y de que sí puede cambiar el juego para quienes todos los días estamos tratando de sacar adelante una empresa con las uñas.
En el Estado de México, como en muchas partes del país, no hay una estrategia clara para ayudar a que las PYMES den ese salto. No hay talleres permanentes, ni capacitaciones prácticas, ni agentes locales que acompañen el proceso. Y eso es un error, porque mientras tanto, otros países y otras regiones ya están reestructurando sus negocios, sus gobiernos y sus sistemas educativos pensando en cómo incorporar la IA a todo.
Si no cambiamos el chip, nos vamos a quedar viendo cómo otros crecen mientras nosotros seguimos usando Excel como si fuera el techo. No podemos permitir que la IA se quede solo en los grandes corporativos o en las universidades. Tiene que llegar al taller, a la florería, al despacho, al restaurante, a la ferretería, a la empresa familiar que lleva veinte años trabajando igual. No para sustituir a nadie, sino para liberar tiempo, para trabajar mejor, para ganar claridad, para competir con más herramientas y menos desgaste.
La inteligencia artificial ya está aquí, lo que falta es que te atrevas a probarla, porque una vez que lo haces no hay vuelta atrás. Y créeme, una vez que te das cuenta de lo que puedes lograr con ella, ya no quieres volver a trabajar como antes.
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