Es cierto que eres el goleador histórico de Rayados, pero en un grande no te pudiste consagrar. Tu juego aéreo es muy bueno y con los pies no eres malo, tienes buen físico, sabes cómo cubrir la pelota y pelear uno a uno. Fuiste a Europa, algunos dirán que de paseo, y hasta un Mundial jugaste, el juvenil con Argentina y a Catar fuiste con México, pese a que Santi Giménez andaba mejor. Cosas de la vida.

Naciste en Mendoza, esa provincia industrial que se encuentra al norte del país argentino y que convive con la Cordillera de Los Andes. En alguna época virreinal fue parte de Chile. La ciudad del famoso estadio mundialista en 1978 “Malvinas Argentinas” y que alberga a los equipos: Independiente Rivadavia y Gimnasia y Esgrima de Mendoza, equipos que no fueron tuyos ya que eres hincha de River Plate.

Apenas tenías 10 años cuando tu familia decidió dejar la tierra del mate para probar mejor suerte y buscar una calidad de vida mayor para ti y tu hermano gemelo, así le decimos nosotros los mexicanos a lo que ustedes llaman mellizos. ¿El sueño americano? Sí, el destino para trazar un presente que cimentara un mejor futuro fue Estados Unidos de América. Dallas, Texas, tu nuevo hogar.

Tu físico te daba para jugar básquetbol, pero no para competir en él a nivel profesional. Estaba bien en el highschool, pero nada más. El béisbol no te llamó la atención, o sí en su época para divertirte, lo mismo el fútbol americano. Pero lo tuyo lo tuyo siempre fue el futbol, el verdadero futbol, ese que se juega con los pies y con una pelota, no con un ovoide y las manos.

Casi 8 mil kilómetros te separaban de tu tierra, pero no de River Plate, el equipo de tus amores. Y es que ya sabes lo que dicen, puedes cambiar de esposa, de religión y hasta de sexo, pero nunca de equipo de futbol. Siempre soñaste con vestir esa camiseta y trabajaste para ello, hasta que lo lograste. ¡Felicidades campeón! Y es que lograste el ascenso con River, de la “B” a la Primera División.

A River llegaste luego de ganar ese reality show que organizaba la MLS por todo Estados Unidos, en donde buscaba talentos juveniles para profesionalizar. “Sueño MLS” se llamaba y entre 2 mil jugadores tú resaltaste por tu pasión, tu entrega y tu olfato goleador, que ahora es tan criticado. ¿El premio? Jugar en las inferiores del FC Dallas. El resto es historia: Cuatro años en River, uno en Benfica, uno en Turquía y nueve en Monterrey, más dos en Pumas.

Hoy te vas del Pedregal con más pena que gloria. Dejas cuatro goles y tres asistencias en 53 partidos. Llegaste para ser el matón del área y terminaste por perder tu lugar como titular: lesiones, apatía, yerros infantiles… Parecía más que estabas en un reality show que concentrado en triunfar en un equipo grande de México. En fin, el sueño se acabó.

P.D. Quizá es hora de volver a casa, es tiempo de volver al FC Dallas o a algún otro equipo de la MLS.

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