Sí, ya sé que tu deporte favorito era el béisbol y no el fútbol. Todos lo sabemos, pero pocos saben que alguna vez corriste detrás de una pelota con pantalones cortos. Qué ironía, tú siendo tan de izquierda y en la cancha jugabas como extremo derecho.

Eso sí, malo no eras, pero tampoco un crack como en el Rey de los Deportes, donde marcabas el ritmo. No seré yo quien califique tu talento en la cancha, porque como bien dijiste: “La historia me absolverá”. Ya sé que de béisbol no te perdías un juego y que al fútbol casi nunca lo seguías, o nunca, pese a haber sido gran amigo de Diego Armando Maradona, el mejor futbolista de todos los tiempos.

Por ahí leí que por la banda derecha eras imparable, un todoterreno que corría todo el campo los 90 minutos sin parar, aguerrido, recio. Tal cual fuiste en la sierra para poder llegar hasta la capital en esa larga travesía que te trajo a México, pero qué digo a México, a Toluca La Bella. ¿Es cierto que ibas al ahora “Café Hidalgo”, que comías en Los Portales y caminabas por la Plaza González Arratia? Al menos es una bonita leyenda.

“Era delantero, corría bastante. Fue en quinto grado cuando empecé en el Colegio Dolores, en Santiago de Cuba, en un patio de cemento, y el balón no era como los de ahora. El fútbol me ayudó a tener voluntad, a ejercer mi capacidad de resistencia física, me produjo placer, satisfacción, espíritu de lucha y competencia”, comentaste en alguna ocasión para los medios locales.

Lo que no dijiste es que el Colegio Dolores era una de las escuelas de la Compañía de Jesús en La Habana. Una de las mejores instituciones de la época y hablamos de allá por los años 40, ya que tu familia era de clase media alta, no propios del movimiento obrero que tú mismo defendiste tantos años y que hoy me sirve de pretexto para escribirte estas líneas en el Día del Trabajo.

Estoy casi seguro que años después de olvidar el fútbol, la pasión por la redonda revivió gracias al argentino que te acompañó para hacer la revolución en tu país. Hoy seguro que ambos serían fans de Messi. Aunque si te sitúo en la época puede ser que no estés tan orgulloso de los derechos laborales de los futbolistas, ¿tienen?

P.D. Me quedo con aquella reflexión tuya que parece sobre fútbol: “Cuando los hombres llevan en la mente el mismo ideal, nada puede incomunicarlos, ni las paredes de una cárcel, ni la tierra de los cementerios, porque un mismo recuerdo, una misma alma, una misma idea, una misma conciencia y dignidad los alienta a todos”.

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