Los adultos solían decir: “No estás en el estadio” cuando escuchaban una mala palabra en los años 90. Uno como niño pensaba que esa era una validación del progenitor para poder maldecir en cualquier templo del futbol. Luego entonces, era permitida alguna mentada de madre al ídolo del equipo rival y, por supuesto, al árbitro y sus asistentes. El futbol como escape del día a día.

En el partido de esta semana, te cuento, le di un pase al espacio a Alexis, era un contraataque perfecto, pero en una mala maniobra quedó de espalda y nunca vio el balón. No podemos mirar hacia otro lado para no recibir el pase. Podría decirte que te entiendo, pero la verdad es que no: vivir en otro país debe ser muy difícil, por más que Los Ángeles sea más mexicana que Cancún.

Tú qué sabes el significado del “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, conoces el valor de la verdadera resistencia. Cuando Trump mandó las redadas a Los Ángeles tú respondiste como sólo un valiente lo pudo hacer: “Mexicanos al grito de guerra”, como dice el himno nacional, bandera tricolor en mano y el águila devorando la serpiente al sol, entre los rascacielos que tú mismo construiste.

Te recordaba que el futbol es el escape del día a día. Ayer llegó la Selección Mexicana a la ciudad californiana, esa que fuera nuestra hasta 1846 y que su acento castellano y sus peculiaridades la hacen sentir tan nuestra, y es que el fin de semana arranca la Copa Oro. El Tri llega como un pedazo de patria para todos los paisanos que hoy cantan en las calles “México lindo y querido” con tanta fuerza que derribarían cualquier muro fronterizo.

Trump te mandó cientos de policías para controlarte, pero lo que no sabe es que unió a la comunidad mexicana para pedir lo justo: vivir con dignidad. Y es que un paisano se reconoce por la forma en cómo pide los tacos: “cinco con todo”, pero también por la capacidad que tenemos de burlarnos de la desgracia propia, de convertir el exilio en nuestra tierra, la discriminación y el racismo en chiste y el dolor en fiesta.

Recuerda a Juan Rulfo: “el llano está en llamas”, el güero tiene miedo. México te mira con orgullo, tienes una mujer que te respalda con 120 millones a su lado para que tú sigas gritando: “¡Aquí estamos y no nos vamos!”. Mientras el balón siga rodando, tú seguirás marchando y esta ciudad seguirá siendo tuya, nuestra, porque la calle no calla, Los Ángeles no falla. Fue, es y será mexicana.

Eres un arquitecto de sueños americanos, sin ti esas calles no resplandecerían como lo hacen, gracias a tu trabajo. No dejes que el miedo te haga dudar, porque tú perteneces a Los Ángeles y Los Ángeles te pertenece. Me despido no sin antes recordarte ese pedacito de canción de Lefty: “Mexicanos al grito de guerra. Yo defiendo mi tierra. No me dejo de nadie, yo cuido a los míos, mi raza se aferra”.

P.D. Cuando el Tri meta gol, grita tan fuerte que se escuche hasta Washington para que le quede claro a Trump, Kristi Noem y compañía: ¡Viva México, cabrones!

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