La división internacional del futbol se divide en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Dice Eduardo Galeano que “Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta”. También aplica hoy para el futbol.

En la primera década de los años 2000 el patrocinador de la Copa Libertadores era el banco Santander. Recuerdo que en Argentina había un comercial muy famoso, pasaba todo el tiempo en la televisión para hablar de la justa sudamericana, que no continental; comenzaba hablando sobre la historia del futbol, lo que significa, la pasión, el aguante… y terminaba con una frase lapidaria: “los ingleses inventaron el futbol, nosotros lo mejoramos”.

De pequeño la Copa Libertadores lo era todo, como la Copa América. De lejos, por la televisión en pocas ocasiones, se veía la Eurocopa, la Champions, el Calcio y la Liga, no más. Se hablaba del Real Madrid, pero casi con la misma importancia y relevancia que se hablaba de Boca Juniors y cómo Riquelme se había comido a los merengues en la Intercontinental. Eran otros tiempos.

Poco a poco el futbol sudamericano, el argentino sobre todo, fue brillante por lo que ocurría en las gradas, por su pasión, su colorido y su aguante, pero no por el futbol que se desplegaba en la cancha. ¿Por qué? Ya no había ídolos que la rompieran en un equipo y se fueran a Europa, sino que los equipos europeos cada vez los captaron más chicos y algunos ni siquiera debutaban cuando ya habían hecho maletas.

Fue en la primera década de los años 2000 cuando los equipos mexicanos jugaron finales de Copa Libertadores y Copa Sudamericana. Grondona mandaba y todos obedecían. Lo mismo Boca le robaba a Cruz Azul en Libertadores que a Pumas en la Sudamericana, River Plate a Santos y hasta Lanús se daba el lujo de apuñalar al todo poderoso América. Sin duda eran otros tiempos.

Maradona fue muy claro cuando se abrazó y se sinceró: “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”. No, la pelota no se mancha por culpa de unos inadaptados. Es cierto que la barra es el corazón de la afición, pero también es cierto que es muy complicado el trato con ellos, sobre todo en Sudamérica. La barra canta todo el partido, pero también aprieta a los jugadores cuando no rinden, pregúntenle a Neymar cómo le fue esta semana.

La violencia en el Libertadores de América por parte de “La Banda del Rojo”, barra de Independiente, fue desmedida. Lo entiendo, pero no lo justifico. Mal “Los de Abajo”, la barra de la U de Chile, y muy mal la seguridad del club. Hay destrozos, pero las cosas se recuperan, las vidas de las personas no. Quisiera decir que ojalá nunca volvamos a ver este tipo de cosas, pero lo mismo dije en el Querétaro-Atlas. La violencia no es opción, sí el aguante, sí la pasión.

P.D. Que no se repita nunca más lo que vimos en Avellaneda. De corazón, espero que tanto argentinos como chilenos estén bien, la pelota no se mancha.

Síguenos en nuestras redes sociales:

Instagram:, Facebook:y X:

Google News