Más sabe el diablo por viejo, que por diablo. Sí, sí, nadie va a discutir la pasión que destila la ciudad de Monterrey, dividida en dos bandos con un aura diferente. Pero a ti te lo digo, lo que ha pasado en Toluca en los últimos años no es para menos. Las calles arden, las banderas sobran, el rojo predomina y no es por la navidad, es por el equipo del Turco que hoy puede ser bicampeón.

La afición de los Diablos Rojos ha cambiado, quizá tú no lo sabes porque eres muy joven, pero hace 30 años no era así. Hoy casi todo el estadio está abonado, hay muy pocos lugares y conseguir boletos es casi imposible, la afición de visita ya no viene porque ya no tiene oportunidad de comprar boletos y la localía se siente los 90 minutos en la nuca del rival, eso es una realidad.

Atrás quedaron los llamados “Día de Club”. Que seguro, querido lector, te preguntarás qué era esa aberración de la directiva. El famoso “Día de Club” no era otra cosa que poner los boletos al doble de su costo cuando venían los grandes del futbol mexicano: Chivas, América, Pumas y Cruz Azul. ¿La razón? Simple, La afluencia al estadio en los 90 era paupérrima, pese a que las entradas costaban $10 en Sol, $20 en Sombra que era una sola sección y $40 en palcos.

Hacer el “Día del Club” asegura un ingreso importante ya que eran llenos seguros. Había otras promociones como regalar playeras, gorras, el clásico 2 por 1 o esperar que viniera alguna figura en retiro con el equipo rival, Hugo Sánchez con el Celaya, Higuita con el Veracruz y hasta Demelo con el Correcaminos llegaron a llenar la Bombonera, ya más reciente Ronaldinho.

En las primarias la afición se dividía entre Chivas y América, Cruz Azul y Pumas en un escalón menor y el equipo de moda, que en los 90 era el Necaxa para después dar paso a uno o dos que le iba a los Diablos Rojos por herencia familiar. Hoy es totalmente diferente, la mayor afición en las aulas de la ciudad es roja, aunque los grandes siempre estarán ahí, y en menor medida el equipo de moda que hoy es Tigres.

Toluca no es un grande, pero es un equipo ganador. Y no lo digo yo, aunque sí lo creo, lo dice Christian Martinoli, el aficionado más famoso de los Diablos Rojos, pero también el más inteligente y autocrítico. Es el más triunfador en la era de los torneos cortos, y hoy busca hacer historia para sentarse en esa mesa reducida de los bicampeones.

Hoy juega el corazón y el alma de Vicente Pereda, Hernán Cristante y, el mejor extranjero que vi en el futbol mexicano, José Saturnino Cardozo, más toda una ciudad llena de pasión, que baila a ritmo de “Matador” y que quiere ganar la 12 de la mano de Paulinho. Que ruede la pelota, que arda la Bombonera, que gane el mejor y que disfrutemos los 90 minutos, que en el infierno son una eternidad.

P.D. Se acaba el año, se acaba la Liga MX… la última y nos vamos, gordo.

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