Hay un dicho popular que para prevenir un percance dice: “aguas”. Todos lo conocemos y es común que alguien nos advierta de cara a alguna situación, ya sea que pase en el momento o para evitarla con antelación. “Aguas con ese tema que es peligroso”, por poner un ejemplo. Es como en el futbol cuando tienes la pelota y te va a llegar un rival, siempre te dirá algún compañero “aguas”.
Así nació “la Cuauhteminha”, enfrentabas a un rival al tiempo que te llegaba otro y alguien te gritó “aguas”, tomaste el balón entre tus pies y saltaste en medio de ambos para escapar, maravillaste al futbol y dejaste a los coreanos sin saber qué ocurrió. Hoy en día, “la Cuauhteminha” ha tomado otro rumbo, otro significado y otra connotación, se utiliza para hablar de ti cuando haces de las tuyas.
Es cierto, no lo vamos a negar, que se escuchaban los raquetazos, más allá de ver tu cara bajo el agua corporal que desprendes mientras haces ejercicio. Tampoco vamos a negar que necesitas ejercitar tu cuerpo como bien referiste, pero ello no puede interrumpir con tus labores como legislador, recuerda que representas a millones de mexicanos en la Cámara baja.
Nunca olvidaremos ese gol que le hiciste a Bélgica, ¿recuerdas? Estadio lleno, minuto 62, tú suspendido en el aire, de una forma poca ortodoxa, para rematar con un costado del pie y mandar el balón a la red ante la incredulidad de todos los presentes y millones de mexicanos, belgas y el mundo entero. Fue el gol del empate comenzar abajo en el marcador por dos tantos.
Tampoco vamos a olvidar seis años de tu gobierno en Morelos, ni el periodo como alcalde en la ciudad de la Eterna Primavera. Hay quien asegura que tras tu periodo legislativo, premio tras concluir tu periodo como el mandamás del citado estado, tienes en la mira a la Ciudad de México. Eres oriundo de ella, pero debes reconocer que es un “monstruo”, como la llama el Subcomandante Insurgente Marcos.
No me imagino estar en una reunión remota “sin estar”. Soy enemigo de no prender la cámara, primero porque es una falta de respeto tenerla apagada en una reunión; segundo, porque es un poquito más personal y disminuye la distancia física y tercero para saber a quién le hablo y garantizar que se atienda el tema con toda la responsabilidad y dedicación posible. En fin.
Hoy podemos cambiar el sentido de “la Cuauhteminha”, de ser algo positivo, innovador y hasta un recurso sorprendente, por una tomada de pelo, querer engañar a alguien sin cumplir el encargo. ¿De qué sirve que te pongan una asistencia “sin estar”? ¿Para cobrar el día de sueldo? No creo que te haga falta, como si te hace ejercitarte. Para todo hay tiempo, sólo no le hagas la Cuauhteminha a la ciudadanía.
P.D. Que no se nos olvide que lo que pasa en la cancha se queda en la cancha y los ídolos también se nos pueden caer de la vitrina.
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