Es una injusticia que te vayas, pero te vas como campeón. Nadie daba un peso por ti y mira nada más cómo levantaste la copa contra viento y marea, contra el fuego amigo que vino desde adentro del club y, sobre todo, con ese plus que es para la institución haber vencido al América en la competición. Aun así te vas (o te fueron mejor dicho), pero con la cabeza en alto.

Acá llegaste al bomberazo, pero lo hiciste con responsabilidad, conciencia y hambre de triunfo. Querías demostrar que estabas listo para tomar el papel principal y así lo hiciste. No es algo nuevo para ti, cuando se fue Pepe Cardozo fuiste tú quien se echó al Toluca a la espalda. Eres un líder, no me queda la menor duda. Luego entonces todos nos preguntamos, ¿qué pasó?, ¿por qué te vas?

Se acabaron las mañanas de llegar juntos en la camioneta, con el mate en la mano, las risas, la buena onda y los mismos sueños. No más. El director deportivo te trajo y el presidente te dio la confianza, “somos un equipo”, seguro pensaste. Celos, ambición, poder, crecimiento. Hay muchas cuestiones dentro de un trabajo y más cuando se comparte tanto tiempo.

Como jugador no hay duda de tus capacidades. Zurdo, gambetero, encarador, atrevido, un extremo desequilibrante, con buena pegada, con gol y visión de juego. Eso te llevó a la Selección, a disputar la Copa América y también te hizo cruzar el charco en tu mejor momento, aunque quizá Alemania no haya sido el mejor destino, idioma, clima, físico… no lo sé.

Por supuesto que eres un ídolo en el Toluca, dos Ligas MX, una Concachampions y eres el tercer mejor anotador de la historia, sólo por debajo de Vicente Pereda y Pepe Cardozo, nada mal eh. Ya en el banquillo es otra cosa, pero tú comienzas a escribir tu historia poco a poco, o no, porque ganar una Champions en Concacaf en tu primer torneo y meterse a semifinales del futbol mexicano es un gran salto.

Dicen que entre uruguayos se conocen y ya sabrán ustedes cuál es el motivo de su pelea. El conflicto existe y cada uno sabrá sus razones, así como sus soluciones. Uno tiene el poder y ha decidido que no continúes dentro de la institución, pese a los buenos resultados. Es una pena para el club, pero quien te contrate seguro te valorará y tarde o temprano te sentarás en el banquillo del Nemesio Díez.

P.D. Que el mate nunca te falte y que a donde llegues puedas seguir creciendo como entrenador. ¡Adiós, campeón!

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