La Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx) atraviesa uno de los momentos más críticos de su historia. Lo que inició como un proceso ordinario de renovación de la Rectoría se convirtió en una crisis institucional sin precedentes, marcada por protestas estudiantiles, paros académicos y la renuncia de una de las candidatas y del rector Carlos Eduardo Barrera Díaz.

Todo comenzó con la filtración de un audio que generó gran indignación: el entonces rector mencionaba condicionar los recursos de la universidad al triunfo de una candidata, de este audio se debatió su autenticidad, pero fue suficiente para encender una ola de movilizaciones y exigencias legítimas por parte de la comunidad estudiantil: voto universal, alto a la simulación y transparencia en el proceso.

En medio de esta convulsión, el hecho de que las cinco candidatas registradas sean mujeres representa una posibilidad histórica. Por primera vez desde su fundación en 1828, la UAEMéx podría ser encabezada por una rectora. Un cambio no sólo simbólico, sino profundamente significativo en una institución donde, como en muchas otras, el techo de cristal aún persiste.

Este proceso debe ser analizado también desde la perspectiva de género. No podemos permitir que se normalice la violencia política contra las candidatas, ni que se desacredite su trayectoria por prejuicios o estigmas. La UAEMéx no puede seguir repitiendo prácticas patriarcales y machistas; debe ser pionera en equidad y en el reconocimiento pleno del liderazgo femenino, donde de por sí, ya ha quedado en deuda.

Según una investigación de Marcaje Legislativo, en 2024, de las 34 universidades públicas que existen en México, solo 11 eran dirigidas por mujeres, la gran mayoría ha sido históricamente encabezada por hombres, representando un 32.35% de participación femenina; en este mismo artículo, además de mencionar que es la primera vez que se tendrá una rectora, se indica que el Colegio de Directores de la UAEMéx ha estado integrado por 53 personas, 32 varones (60.36%) y 21 mujeres (39.63%), lo cual visibiliza una profunda desigualdad en puestos directivos.

Por lo tanto, reafirmo mi respaldo a la autonomía de la UAEMéx, y mi reconocimiento a un alumnado decidido a defenderla; subrayando que ningún factor externo debe influir en la elección. El llamado a las candidatas a demostrar su talento y capacidad, viene en sintonía con el cambio profundo que vive el sistema político mexiquense, y mexicano encabezados por dos mujeres.

El Alma Mater de muchos de nosotros tiene ante sí una oportunidad única: elegir a una mujer preparada, legítima, con respaldo académico y comunitario. Pero también tiene el reto de garantizar que ese proceso sea limpio, participativo y sin imposiciones.

La historia está llamando a la UAEMéx. Que no le tiemble la voz, que no le tiemble la voluntad. Por siempre Patria, Ciencia y Trabajo.

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