Cada año, los informes legislativos representan una oportunidad valiosa para reflexionar sobre el papel de la representación popular y el vínculo que une a las diputadas y diputados con la ciudadanía.
Más allá de ser una obligación establecida por ley, estos ejercicios se convierten en un espacio de diálogo, donde se puede medir la cercanía, el compromiso y la capacidad de respuesta ante las necesidades reales de la gente.
El trabajo legislativo no se reduce al análisis y aprobación de iniciativas. También implica una dimensión de gestión, acompañamiento y presencia constante en el territorio. En esa doble tarea, la de legislar y la de servir, se define la verdadera esencia de un cargo público: escuchar, atender y traducir las demandas ciudadanas en resultados tangibles.
Un informe, entonces, no es sólo un recuento de actividades, sino una oportunidad para demostrar que la palabra empeñada se cumple y que los compromisos asumidos con la sociedad se traducen en acciones concretas.
En este sentido, la posibilidad de la reelección representa una etapa más de la evaluación ciudadana. Permite que la continuidad del trabajo legislativo dependa, justamente, del juicio público sobre la responsabilidad, la cercanía y la coherencia de cada representante. En democracia, la confianza no se hereda ni se impone: se gana con hechos, con resultados y con la voluntad permanente de servir.
Por ello, los informes no deben entenderse como actos protocolarios, sino como ejercicios de rendición ante la ciudadanía, donde la gente valora no solo el trabajo visible, sino la constancia, el compromiso y la sensibilidad para dar respuesta a las causas que más importan. Hoy, más que nunca, la política debe reafirmar su sentido humano.
Las y los diputados debemos tener presente que nuestro trabajo se mide, se evalúa y se legitima todos los días en la calle, en el contacto con la gente y en los resultados que se entregan. La ciudadanía siempre tendrá la última palabra, y es justamente esa evaluación la que da sentido a la representación popular.
Por ello, el haber recibido nuevamente la oportunidad de dar continuidad a este trabajo es motivo de profundo agradecimiento y, sobre todo, de renovado compromiso con la gente que confía, observa y decide. La ciudadanía mexiquense demanda representantes honestos, sensibles y comprometidos, capaces de poner el bien común por encima de los intereses personales o partidistas.
La democracia no se sostiene sólo con votos; se sostiene con confianza, con resultados y con empatía. Si logramos hacer de la transparencia una forma de respeto, y de la rendición de cuentas un acto de coherencia, habremos dado un paso firme hacia un Estado de México más justo y más humano; porque servir con honestidad también es una manera de construir esperanza.
Síguenos en nuestras redes sociales:
Instagram: @eluniversaledomex, Facebook: El Universal Edomex y X: @Univ_Edomex

