Hace unos días circuló en redes sociales un video de lo que parece una boda infantil entre dos adolescentes en una comunidad indígena de Guerrero. Según lo que se aprecia, las edades de los menores oscilan entre los 12 y 14 años, en una entidad donde el matrimonio infantil está prohibido desde 2022. Ante la indignación originada por las imágenes, las autoridades de aquel estado argumentaron que no hubo presencia de oficiales del Registro Civil, por lo que no se emitió un acta de matrimonio.
La “viralidad” de la noticia nos recuerda que el matrimonio infantil sigue siendo una realidad en muchas partes del país, y que detrás de ello hay un complejo fenómeno de violación a los derechos humanos de la niñez y la adolescencia, así como una serie de consecuencias como embarazo temprano, deserción escolar, violencia de género y, en general, perpetuación generacional de la pobreza.
Como lo sostiene el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el matrimonio infantil y las uniones tempranas son “prácticas nocivas que afectan gravemente la vida, la salud, la educación y la integridad de las niñas”. Las madres adolescentes son propensas a complicaciones durante el embarazo y el parto, y hay datos que señalan que se duplica el riesgo de muerte materna en menores de 19 años y se cuadriplica en menores de 15 años (OMS-UNFPA-UNICEF, 2018).
En el marco de la celebración del Día de las Madres en nuestro país, bien vale la pena poner el foco de atención sobre los avances y persistencia del embarazo a temprana edad, a pesar de las políticas, protocolos y estrategias del Estado Mexicano para garantizar el acceso a programas de salud sexual y reproductiva desde edades tempranas.
En México son adolescentes las personas entre 12 años y menores de 18 años de edad, y en 2020 este grupo de la población representaba 38 millones de personas. Con datos del Gobierno de México, la tasa específica de fecundidad de adolescentes (TEFA) en nuestro país se redujo en 16.7 por ciento de 2015 a 2023 por cada mil adolescentes de 15 a 19 años.
Según la misma fuente, en 2023 las entidades con las mayores TEFA son Chiapas, Tlaxcala y Zacatecas, mientras que las entidades federativas con menores TEFA son la CDMX, Baja California y Yucatán. La tendencia a la baja en los embarazos en adolescentes es una realidad en México; sin embargo, los porcentajes continúan altos en estados con mayor marginación, siendo Chiapas, Guerrero y Oaxaca los estados con las tasas más altas.
¿Cuál es el balance del embarazo infantil en el Estado de México? De acuerdo con la Estadística de Nacimientos Registrados (ENR, 2023), realizada por el INEGI, en el Estado de México la tasa de nacimientos registrados de madres en edad adolescente es de 9.8 nacimientos por cada mil mujeres, posicionándolo en el lugar 15 a nivel nacional. En términos absolutos, es la entidad con mayor número de nacimientos, con 11,688 registros, pero ello obedece a que somos la entidad más poblada del país.
El Consejo Estatal de Población (COESPO), con base en datos del INEGI, identifica una marcada disminución de embarazos en mujeres de 10 a 19 años de edad en el Estado de México, de 2015 al 2023, al pasar de 53 mil a 31 mil, lo cual representa una disminución del 40 por ciento.
Sin duda estos datos son alentadores, pero también son un recordatorio para el gobierno federal y local de que el embarazo adolescente sigue siendo una agenda que debe ser abordada desde diversas perspectivas, la de salud pública, la de derechos humanos, la de desigualdad y pobreza, y la de educación sexual y reproductiva. En suma, se trata de un fenómeno en el que los gobiernos no pueden escatimar recursos ni esfuerzos, pues de su éxito depende liberar a las generaciones futuras de perpetuar patrones intergeneracionales de pobreza, violencia y misoginia.
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