Octavio de la Torre

El verdadero reto del nearshoring: regulación inteligente y estable

México está en boca del mundo. El discurso es atractivo: somos el país ideal para el nearshoring, por nuestra ubicación, tratados comerciales y conexión con Estados Unidos. También se nos coloca como socio confiable en la era del friendshoring, mientras otras economías se alejan por riesgos geopolíticos.

Pero más allá del entusiasmo, hay que hacer una pausa seria: El reto no está en el discurso, sino en la práctica. Hoy, operar en comercio exterior en México implica enfrentar un marco regulatorio volátil, fragmentado y excesivo.

Las reglas cambian constantemente. Se publican nuevas disposiciones en el Diario Oficial de la Federación sin coordinación interinstitucional, sin estudios de impacto, y muchas veces, sin lógica operativa.

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Lo que hoy es permitido, mañana es sancionado. La clasificación arancelaria, las NOMs, los permisos de importación, los criterios sanitarios y las regulaciones fiscales cambian tan frecuentemente, que la certidumbre jurídica se vuelve todo un reto.

En este entorno, el nearshoring y el friendshoring corren el riesgo de ser oportunidades desperdiciadas. Porque no es suficiente tener una ubicación privilegiada si el cumplimiento normativo es una carrera de obstáculos. No basta con prometer productividad si las aduanas están saturadas y los sistemas digitales son inconsistentes. No es suficiente ser “amigo” si las reglas no son confiables ni estables.

La sobrerregulación es el enemigo silencioso de nuestra competitividad. No regula: frena. No ordena: castiga. Y eso aleja inversión, incrementa costos y limita el crecimiento del comercio exterior.

El verdadero desafío de México es atraer inversión y demostrar que puede sostenerla con certeza jurídica y operativa.

¿Qué necesitamos hacer?

 1. Declarar una tregua regulatoria e identificar todas las normas que afectan al comercio exterior mexicano para hacerlas más esbeltas.

 2. Establecer un sistema nacional de simplificación y calidad regulatoria con revisión técnica previa.

 3. Diseñar mesas permanentes de diálogo entre autoridad y sector productivo, no solamente el industrial sino también el comercio y servicios que generan valor agregado para prevenir disrupciones normativas y operativas.

 4. Transformar la visión del cumplimiento: de castigo a incentivo, de trabajo a ventaja competitiva.

La oportunidad es real. Pero si seguimos actuando como si bastara con estar “cerca” o “ser amigos”, sin corregir lo que es perfectible internamente, perderemos más que lo que podemos ganar.

Hoy, el nearshoring más urgente es el que debemos hacer hacia adentro: construir un entorno normativo y operativo estable, claro y funcional.

Antes de recibir inversión, debemos invertir en nosotros mismos: en reglas claras, procesos eficientes y una visión regulatoria que seguro estará a la altura del reto global.

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