Queridas mujeres alquimistas:
Hoy queremos hablar del otro lado del poder: de los escritorios, de las decisiones que se toman en silencio, de los puestos donde se diseña el rumbo de nuestras comunidades. Queremos hablar del servicio público, de la justicia y, sobre todo, de las mujeres que están abriendo camino en esas esferas históricamente cerradas.
La mujer mexiquense no sólo lidera en lo económico o social. También está ocupando espacios clave en la administración pública, en los gobiernos municipales, estatales y, cada vez más, en el Poder Judicial. Y aunque el camino ha sido largo y desigual, su presencia ya no puede ignorarse.
En el Estado de México, más mujeres han accedido a cargos públicos en los últimos años, gracias a las reformas de paridad de género. Sin embargo, todavía hay retos profundos: la toma de decisiones de alto nivel sigue dominada por varones, especialmente en estructuras jerárquicas como la justicia. Por ejemplo, aunque hay un avance en el número de juezas, magistradas y funcionarias del Poder Judicial, el techo de cristal persiste en las cúpulas.
Y aquí es donde la alquimia femenina cobra fuerza: porque las mujeres que llegan a estos espacios no solo representan un cambio de rostro. Representan una nueva visión de lo público, más cercana, más ética, más humana. Su presencia en los tribunales, juzgados, fiscalías y áreas administrativas abre la posibilidad de tener justicia con perspectiva de género, políticas sensibles a las desigualdades, decisiones que incluyan la voz de quienes históricamente han sido marginadas.
Las elecciones internas y nombramientos recientes en el Poder Judicial del Estado de México no son un asunto menor. Definen el rumbo institucional para los próximos años: cómo se impartirá justicia, quiénes interpretarán las leyes, con qué enfoque se atenderán casos de violencia, corrupción, impunidad o derechos humanos. La participación de mujeres en estos procesos es crucial, no solo por cuota, sino por convicción.
Pero no basta con estar. Hay que estar con poder real de decisión, con respaldo institucional y con protección ante las violencias políticas y simbólicas que muchas enfrentan al llegar a estos puestos.
Porque sí, el poder incomoda cuando tiene rostro de mujer. Se le cuestiona más, se le exige más, se le desacredita con mayor rapidez. Y aun así, ahí están: funcionarias, juezas, abogadas, defensoras públicas, auditoras, legisladoras… alquimistas de lo público.
Queridas mujeres del servicio público: su labor es más que técnica o legal. Es política en el mejor sentido de la palabra. Es la posibilidad de abrir rutas nuevas para todas.
Y a ti, mujer que apenas sueña con llegar a un puesto de poder, que sepas esto: no necesitamos más figuras decorativas. Necesitamos tu voz, tu ética, tu visión.
La justicia y el gobierno también se transforman desde dentro.
Y ahí, tú puedes ser fuego y brújula.
Porque el servicio público no es solo un empleo: es una herramienta de transformación colectiva. Y cuando una mujer mexiquense lo toma con conciencia, el sistema entero comienza a cambiar.
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