Miriam Martínez

Maternidad y Trabajo: Compartir para No Renunciar

Alquimia Femenina

Durante décadas, a las mujeres se les ha dicho que deben elegir: ser madres o ser profesionistas. En pleno 2025, muchas mujeres mexiquenses siguen enfrentando esta falsa dicotomía. Mientras tanto, los hombres rara vez son cuestionados por combinar paternidad y empleo. Esa desigualdad de expectativas no solo es injusta, también es insostenible.

La carga invisible

Para muchas mujeres, la maternidad implica una doble o triple jornada. Después de trabajar fuera, aún las espera el cuidado de los hijos, las tareas domésticas y el seguimiento emocional del hogar. Aunque se habla de “conciliar”, lo cierto es que la carga no se reparte: se acumula sobre ellas.

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Esto ha llevado a miles de mujeres a pausar sus carreras, rechazar ascensos o incluso abandonar el empleo formal. No porque no puedan, sino porque solas no alcanzan. Y no deberían tener que hacerlo todo solas.

Compartir no es ayudar, es corresponsabilidad

Es hora de dejar de hablar de “hombres que ayudan”. Los roles familiares no deben ser una cortesía, sino una responsabilidad compartida. Que un padre lave los trastes, cambie pañales o pida una licencia de paternidad no debería ser excepcional, debería ser lo normal.

La maternidad no es un castigo, y la paternidad no es una excepción. Cuando ambos comparten las tareas, las mujeres pueden crecer profesionalmente sin culpa ni castigo. Y los hijos, además, crecen viendo una relación más justa y sana entre sus padres.

El trabajo también se transforma

Empresas, instituciones y gobiernos tienen un papel clave. Flexibilidad laboral, guarderías accesibles, licencias equitativas y entornos sin prejuicios no son beneficios extra: son condiciones mínimas para que las mujeres puedan participar plenamente en la economía.

En el Estado de México, donde muchas mujeres emprenden porque el empleo formal no les da flexibilidad, fomentar esquemas laborales corresponsables podría ser una verdadera revolución.

Conclusión: Compartir es avanzar

Ni la maternidad debe ser un obstáculo, ni el trabajo una renuncia. Las mujeres no tienen que elegir entre sus sueños y sus familias. Pero eso solo será posible si los hombres también se hacen cargo, si las políticas acompañan, y si la sociedad deja de romantizar el sacrificio femenino.

Porque cuando los roles se comparten, el amor crece, el talento se desarrolla, y el futuro se construye en igualdad.

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