Miriam Martínez

¿Hemos perdido nuestra feminidad?

Alquimia Femenina

No. No la hemos perdido. La hemos transformado.

Durante años se nos impuso una idea de feminidad ligada a la pasividad, al cuidado exclusivo del hogar, al silencio como virtud, a la espera como destino. Pero hoy, la realidad es otra: las mujeres no solo habitamos el mundo, lo transformamos. No esperamos de nadie lo que nos corresponde construir. Aprovechamos oportunidades, creamos caminos, desafiamos estructuras, y lo hacemos desde nuestra fuerza, desde nuestra historia, desde lo que somos.

Algunas voces conservadoras aún intentan hacernos creer que al salir a trabajar, emprender, tomar decisiones o exigir justicia, estamos dejando atrás “lo femenino”, como si la fuerza, el liderazgo o la autonomía fueran cualidades exclusivamente masculinas. Nada más alejado de la verdad.

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La feminidad no se pierde por ser independientes, se fortalece. Porque ser mujer no es solo cuidar y servir, también es actuar, decidir, liderar, emprender, sostener. Lo femenino no es debilidad: es intuición, es creatividad, es inteligencia emocional, es poder transformador. La verdadera esencia de la feminidad es alquímica: convierte la adversidad en posibilidad, el dolor en conciencia, y la limitación en libertad.

Las condiciones económicas y sociales actuales también nos han mostrado que ya no es suficiente con que una sola persona sostenga a una familia. Los tiempos cambiaron. Hoy, muchas mujeres son el principal sustento de los hogares, no por capricho, sino por necesidad. Quedarnos en casa a hacer quehaceres ya no alcanza, ya no basta. Y no se trata de abandonar la maternidad o el cuidado, sino de encontrar nuevos equilibrios donde todas y todos compartamos responsabilidades, donde criar y proveer no sean tareas en disputa, sino compartidas.

Sí, aún falta mucho por hacer. Las mujeres seguimos enfrentando violencias, desigualdades, dobles y triples jornadas, prejuicios, culpas heredadas. Pero también es cierto que ya no estamos en el mismo lugar. Hoy nos nombramos, nos reconocemos, nos unimos. Y lo más importante: no estamos dispuestas a dar ni un paso atrás.

La Alquimia Femenina no niega el pasado, lo transforma. Somos mujeres que honramos nuestras raíces, pero también que se atreven a reescribirse. No hemos perdido nuestra feminidad; la hemos reinventado. La llevamos con nosotras al emprender, al alzar la voz, al salir a trabajar, al educar con conciencia, al elegir con libertad.

Hoy ser mujer es tener la posibilidad —y la responsabilidad— de transformar el mundo, sin dejar de ser quienes somos.

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