Miguel Ángel Ramos

En Edomex, monumento más antiguo de Miguel Hidalgo

MexiquenSer

Pocos lo saben: la primera estatua de Miguel Hidalgo no está en Guanajuato ni en la capital del país. Está en el Estado de México, en el municipio de Tenancingo para ser exactos, que ha sido su cuna y refugio.

Era 1851 y México todavía estaba convulso, en la incertidumbre, con gobiernos que se sucedían con rapidez. El gobernador Mariano Riva Palacio comprendió la fuerza de los símbolos. Si el pueblo mexiquense podía mirar cada día al cura de Dolores transformado en estatua, quizá la independencia se volvería carne en la vida diaria. Por eso solicitó al Congreso estatal la autorización para erigir un monumento en Toluca: el primero en todo el país.

Epigmenio de la Piedra, cura de Tenancingo, recibió el encargo. Ordenó sacar una pieza de mármol de la cantera de Santa María de Guadalupe de los Jarros, en ese municipio. Joaquín Solache Monroy y José María Monroy, artistas tenancinguenses, fueron los encargados de dar vida al bloque de 7.5 toneladas.

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Frente amplia, mirada al infinito y una postura algo reflexiva. Así la figura del sacerdote se convirtió en emblema de libertad.

El 16 de septiembre de 1851, la estatua fue develada en el Jardín de los Mártires de Toluca, hoy Plaza de los Mártires. La ciudad entera se congregó para mirar el mármol convertido en memoria.

Sin embargo, mirar a Hidalgo es estar ante una paradoja. ¿Realmente deseaba la independencia plena de México o fue más bien un ilustrado que, ante la crisis política de España y el vacío de poder en la Nueva España, optó por un levantamiento para procurar intereses? Aunque su movimiento apenas duró cuatro meses, de septiembre de 1810 a enero de 1811, encendió una mecha que se extendió por once años.

Más que un estratega político, Hidalgo fue un detonador. Su grito no fue un plan minucioso, sino una reacción al contexto: las reformas borbónicas, el desprecio a los criollos, el rumor de que Fernando VII había perdido su trono en España. Pero esa chispa fue suficiente para que otros tomarán la causa, desde Morelos hasta Guerrero e Iturbide en 1821.

En el hoy Estado de México vivió momentos importantes. Según las crónicas, fue en Ixtlahuaca donde le informaron del decreto de su excomunión. Se dice que en Toluca fue recibido por primera vez con vítores. Y en el Monte de las Cruces, el 30 de octubre de 1810, venció al ejército realista; su destino era la Ciudad de México, pero decidió regresar hacia Valladolid -hoy Morelia, y en ese trayecto, en Aculco, tuvo su primera gran derrota. Meses después sería fusilado y decapitado en Chihuahua.

Por eso cobra mucha importancia este monumento. El primer gesto de un país que apenas empezaba a buscar y reconocer a sus héroes. Pero el tiempo y las ciudades cambian. En 1884 la escultura fue trasladada a las afueras de Toluca, en una zona conocida como la Luneta, donde hoy está el Jardín Reforma. Finalmente, el 18 de abril de 1900, regresó a Tenancingo, donde en la actualidad se encuentra en la glorieta de las calles Hidalgo y Matamoros.

Desgastada por el clima, marcada por el paso de los años, aún se yergue como guardián silencioso de la memoria nacional.

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