En política, las palabras elegidas -y las que se repiten- no son casualidad: son señales de ruta. Un conteo del discurso de Delfina Gómez en su Segundo Informe de Gobierno revela un mapa claro de prioridades, silencios y apuestas narrativas.

El término más repetido es “gracias” (69 veces). No es un detalle menor: la gobernadora buscó que la gratitud se convirtiera en hilo conductor de su informe. Este recurso retórico proyecta cercanía, humildad y reconocimiento hacia quienes acompañan su gestión.

Los conceptos de “bienestar” (23) y “mujeres” (21) marcan la narrativa social del informe. Ambos responden a una lógica de alineamiento con la Cuarta Transformación -a la que, por cierto, no mencionó directamente-: en principio, reforzar la identidad de un gobierno que se compromete con programas sociales y con una agenda de género. Aquí hay una intención clara de apropiarse de banderas sensibles para el electorado mexiquense: la atención a mujeres y el acceso a apoyos sociales.

En un segundo plano aparecen términos como “gobierno” (37), “seguridad” (24), “pobreza” (14), “cambio” (9) y “pueblo” (8). El énfasis en gobierno subraya institucionalidad; en seguridad, que se está atendiendo el problema; en pobreza, una preocupación estructural que se reconoce, pero no se enfatiza al mismo nivel que el bienestar; mientras que cambio y pueblo son palabras históricamente ligadas a la narrativa obradorista. No obstante, su uso limitado refleja un intento de mantener cierta distancia con el discurso presidencialista para dotar de identidad propia a su gestión, lo cual no es malo. Bastó un solo “por el bien de todos, primero los pobres” para marcar su origen y bandera.

También hubo dos momentos en que la palabra “transformación” (5) se guardó para dar paso a “cambio”, cuando la gobernadora expresó “el cambio está en marcha” y “seguiré luchando hasta que el cambio sea una realidad en cada hogar”.

En tanto, las palabras “corrupción” (5), “honestidad” (3) y “austeridad” (1) aparecen poco, a pesar de ser ejes fundacionales del discurso del movimiento que la llevó al poder. Que la gobernadora no insistiera en ellos puede interpretarse como una estrategia para evitar abrir frentes polémicos.

En cambio, lanzó un contundente mensaje a Pedro para que lo entendiera Juan: “Hago propicio este momento para exhortarlos a ustedes ciudadanos a denunciar cualquier acto de corrupción, en especial a aquellas personas que pidan recursos o favores en mi nombre, eso yo no lo hago, y si en algún momento existe la necesidad, o existe el apremio por ello, lo haré de forma personal, que no me los sorprendan, porque se está dando mucho eso, hablan a mi nombre y la única voz que tengo es la mía”.

En general, el discurso de Delfina Gómez privilegia la empatía y la política social por encima de la confrontación. Construye una narrativa amable que refuerza los vínculos con la población vulnerable y con las mujeres, sectores y regiones estratégicas de cara a los tiempos electorales.

El mensaje resuena. Siempre habrá voces a favor o en contra, pero lo que quedó claro es que hay una narrativa estructurada, con una intención clara. Algo que hasta el momento la oposición, tanto a nivel federal y estatal, no ha sabido tener.

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