Las lluvias de este año parecieron traer alivio. Pero cuando el Operativo Caudal descubrió fugas, tomas clandestinas y redes corroídas, quedó claro que el problema del agua en el Estado de México no se soluciona con aguaceros.
En ese marco, el PRD lanzó el “Decálogo de Acciones por el Rescate del Agua”, una propuesta que busca enfrentar la crisis hídrica de la entidad más poblada del país. El documento propone rehabilitar tuberías, reducir pérdida del líquido, transparentar datos y fortalecer plantas tratadoras. Sobre el papel, un esfuerzo integral; en la realidad, un reto monumental.
El ex titular de la Conagua, José Luis Luege Tamargo, advirtió el año pasado, en el foro “Agua y Sustentabilidad 2024”, que el problema del agua en el Valle de México no puede resolverse de manera local o estatal, sino que requiere una gestión metropolitana integral, porque Edomex, Hidalgo y la Ciudad de México comparten cuencas, infraestructura y riesgos. Es cierto: los ríos y los mantos no entienden de fronteras políticas.
Con su propuesta, el PRD busca también recuperar espacio político. Apunta al apoyo del Congreso local al gobierno estatal para crear la Secretaría del Agua y para aumentar el presupuesto en la materia. Entre 2024 y 2025, reprochó el diputado Omar Ortega, se han destinado más de 5 mil millones de pesos a esas áreas, que no se ven reflejados en la infraestructura hídrica.
Todo ello, ante un Tláloc de fibra de vidrio montado al pie de la escultura de Miguel Hidalgo, frente al recinto legislativo. La presencia del Dios de la Lluvia fue metáfora para hablar de las inundaciones, principalmente en el oriente de la entidad, la meca electoral.
Esa ironía entre las lluvias que inundan y el desabasto que asfixia, es el verdadero rostro de la gestión del líquido, donde el derecho al agua se vuelve privilegio.
El decálogo, en su mayor parte rebuscado y técnico, básicamente propone un “Informe de Resultados del Agua” anual, con datos abiertos para los 125 municipios mexiquenses. Sería un avance crucial, aunque la ley estatal no obliga a rendir cuentas en este tema. También plantea una línea presupuestal mínima para plantas tratadoras y pide estimular la participación ciudadana.
La viabilidad del proyecto enfrenta dos enemigos antiguos: el dinero y la burocracia. Pero como aliciente hay un elemento que se debe construir entre la legislatura que aprueba el presupuesto, el gobierno estatal que lo aplica, y los municipios que enfrentan de manera directa el reclamo social: la coordinación. Sin ella, cualquier esfuerzo se quedará en discurso.
Y sin embargo, el decálogo llega en el momento oportuno, por el huachicoleo del agua desnudado por el operativo estatal. Y más que oportuno para el PRD, ante la efervescencia y los pronunciamientos de diferentes partidos y actores políticos en el futurismo electoral.
Lo cierto es que el problema del agua tiene mucho de falta de planeación, no de ahora sino de siempre. El decálogo del PRD ofrece una ruta, pero el camino requiere voluntad política y conciencia social. Porque, al final, el agua no se gestiona: se respeta, se cuida y se comparte.