El 2025 no fue un año de estridencias en el Estado de México, sino de movimientos de fondo. Bajo el gobierno de Delfina Gómez, la entidad entró en una fase de estabilización política tras la alternancia de 2023, con avances medibles, pero también con retos estructurales que siguen marcando la agenda.

En seguridad, el principal logro fue la tendencia sostenida a la baja en homicidio doloso y delitos de alto impacto, especialmente en municipios históricamente críticos del Valle de México. La coordinación metropolitana, el reforzamiento de inteligencia y la narrativa de control territorial dieron resultados estadísticos. Sin embargo, el reto persiste en la percepción social: la mayoría de los mexiquenses aún se siente insegura. La violencia no desapareció, solo cambió de intensidad y geografía. El desafío para 2026 será traducir las cifras en confianza ciudadana.

En gobernabilidad, Delfina Gómez consolidó un estilo de bajo perfil mediático, pero con alta disciplina política. Su fortaleza no está en el discurso, sino en la operación. Ahí emerge Horacio Duarte como el verdadero eje del poder interno: operador político, articulador con la federación y arquitecto del control territorial de Morena. Su proyección rumbo a 2026 es evidente.

Higinio Martínez, aunque menos visible, sigue siendo un factor de equilibrio y memoria política; su papel siempre ha sido estratégico. Las escaramuzas que él y sus aliados han sostenido con las fuerzas estatales son un foco rojo a seguir. En contraste, Pepe Couttolenc capitalizó el pragmatismo del PVEM: creció como aliado clave de Morena, con influencia real al abanderar a la segunda fuerza política del estado. Será uno de los personajes a seguir seriamente.

Del lado opositor, el 2025 confirmó una debilidad estructural. Enrique Vargas se mantiene como el referente más sólido del PAN, con fuerza en el corredor azul y las altas esferas políticas, y tal vez esperando el momento oportuno para expandirse hacia otras coordenadas. El PRI sigue con la brújula descompuesta y un discurso que sirvió para tumbarlo, pero que a la 4T no le hace ni cosquillas. Juan Zepeda, desde Movimiento Ciudadano, continúa como actor mediático relevante, aunque sin estructura suficiente para disputar el poder estatal. El PRD sigue sobreviviendo a su crisis, tiene presencia histórica, pero peso político menguante.

Es 2026 un año clave para una elección intermedia. Empezaremos a ver el derroche de amor al pueblo y, desde lo local hasta lo estatal, a los críticos férreos poseedores de las soluciones históricamente anheladas. En la realidad, Morena parte con ventaja, pero enfrentará su prueba más compleja: el desgaste del poder. La oposición buscará recomponerse desde lo municipal, más que desde una narrativa estatal.

El Estado de México llega así a un año previo electoral con estabilidad aparente y tensiones latentes, donde la verdadera disputa no será solo por cargos, sino por credibilidad.

En temas como movilidad e infraestructura se notan avances, especialmente en el oriente del estado, aunque con el reto de sostener recursos y resultados en un contexto presupuestal restrictivo.

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