Por años, los mexicanos han vivido con la promesa de un crecimiento económico que cada vez se ve más lejano, se ha esperado en administraciones de todos los colores, se ha prometido con tecnócratas, especialistas, gobiernos progresistas… simplemente el objetivo cada vez más distante.

Las proyecciones para este 2025 no son alentadoras: Esta semana el Banco Mundial proyectó un crecimiento de la economía mexicana del 0.2 por ciento y una reducción en el empleo formal del 58.8 por ciento en los primeros 5 meses del año.

No se trata solo de una desaceleración temporal; hablamos de una tendencia estructural que ha frenado el desarrollo del país. La inflación ha vuelto a presionar el bolsillo de millones de familias, la inversión se ha reducido, el crédito se ha encarecido y el consumo se ha desacelerado, todo esto ocurre en un contexto donde la economía ya venía debilitada por una contracción reciente y una recuperación incompleta tras la pandemia.

México ha tenido un crecimiento económico casi nulo en los últimos cinco años, esta parálisis se refleja directamente en el empleo: millones de mexicanos sobreviven en la informalidad, sin acceso a seguridad social ni estabilidad. El desempleo juvenil y la precariedad laboral son síntomas de un modelo económico que no está funcionando.

A esto se suma una infraestructura deficiente que limita la competitividad del país, hemos dicho hasta el hartazgo que sin seguridad, certeza jurídica y oportunidades para hacer crecer a las empresas no hay bienestar ni desarrollo que llegue a los hogares.

La falta de inversión pública y privada en infraestructura básica ha sido uno de los mayores lastres del crecimiento. Como lo señala el propio Banco Mundial, México ha tenido un desempeño inferior al esperado en términos de crecimiento, inclusión y reducción de la pobreza durante más de tres décadas.

Otros países de América Latina, con condiciones similares, han logrado mejores resultados. ¿Qué nos impide a nosotros avanzar? El trabajo en equipo, la escucha activa, una visión periférica, se trata de ver a futuro, de tomar decisiones no para este año sino para un país en desarrollo.

El trabajo que se requiere es integral, nos involucra a todos… No podemos seguir esperando soluciones desde el centro mientras en lo local se multiplica la desigualdad y la frustración. Es hora de actuar desde lo municipal, desde lo estatal, desde las regiones, para construir entornos propicios para el desarrollo.

No hay desarrollo posible sin crecimiento, pero tampoco hay crecimiento duradero sin equidad y sin inclusión. México necesita una nueva ruta económica, y esa ruta debe construirse desde abajo, con visión, responsabilidad y compromiso colectivo.

Esta misma semana el sector productivo a través de Concaem unido realiza un desafiante y ambicioso foro en materia industrial, un espacio de escucha y de propuesta para ser protagonistas del Plan México, para fortalecer la imagen de que lo que se hace en nuestro territorio tiene toda la calidad y el potencial de permear en el mundo, los empresarios estamos trabajando porque seguir esperando no es una opción.

El sector empresarial aquí está… en apertura.

Nos leemos la siguiente.

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