Martha González

UAEMéx hace historia

Desde la trinchera

La Universidad Autónoma del Estado de México está a punto de hacer historia. Y no es una frase hueca. Por primera vez, una universidad pública en México elegirá a su rectora mediante un proceso abierto, donde estudiantes, docentes y personal administrativo podrán votar de forma directa. No más decisiones cerradas, no más acuerdos en lo oscurito. Ahora la comunidad universitaria tiene la oportunidad de hacerse escuchar, de decidir. Eso, por sí solo, ya es un hecho extraordinario.

La UAEMéx no es una institución pequeña ni incipiente, es la universidad estatal más grande del país. Estamos hablando de una comunidad de más de 90 mil estudiantes que se extiende por 36 municipios del Estado de México, con 10 facultades, 11 centros universitarios, una escuela de artes escénicas y decenas de planteles de bachillerato. Es una red enorme, viva, diversa. Lo que aquí se decide, resuena en todo el estado. Por eso esta elección no solo tiene importancia dentro de la universidad: tiene eco nacional.

Claro, llegar hasta aquí no fue un paseo por el parque. La reforma que abrió la puerta al voto universal no nació de la buena voluntad institucional. Fue empujada por una movilización intensa, incómoda, con voces dispares y, sí, con intereses encontrados. No todo fue idealismo puro. Hubo poderes ocultos, voces soterradas, manos negras. Pero, al final, algo se logró: se movieron las estructuras. Y lo que importa ahora es que por primera vez las y los universitarios podrán elegir directamente a su rectora. Eso ya no lo borra nadie.

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Y es que esta apertura responde a un clamor que lleva años gestándose: más participación, más inclusión, menos simulación. Ya no basta con un Consejo Universitario decidiendo entre pocos nombres. La comunidad está exigiendo que se le mire, que se le escuche, que se le tome en cuenta. Porque son ellos, los estudiantes, los maestros de aula, los investigadores que escriben, los administrativos que hacen que todo funcione, quienes construyen día a día esta universidad.

Lo que está ocurriendo en la UAEMéx es una oportunidad para repensar todo: ¿qué significa ser universidad pública hoy? ¿cómo se ejerce la autonomía sin convertirla en una excusa para la exclusión? ¿Es posible reinventarse sin perder el alma académica? Esta elección, más allá de quién resulte ganador o ganadora, deja claro que sí. Que se puede abrir la puerta sin que se derrumbe la casa.

Al final, no se trata solo de quién ocupará ese despacho al fondo del edificio de Rectoría. Se trata del mensaje. De la lección. En la universidad pública, la democracia no puede ser una materia optativa. La UAEMéx lo entendió, quizá a la fuerza, pero lo entendió. Hoy da un paso al frente, y deja en el aire una pregunta que otras universidades ya no podrán ignorar: ¿quién elige a los que nos gobiernan?

La historia está dando la vuelta, otra vez, y esta vez, la comunidad universitaria está al frente. ¿Imaginen las posibilidades?

La última la trinchera

Si usted vive en el Valle de Toluca y sufre amargamente por tener que circular por vialidades en mal estado, le convendría dar una vuelta por el Valle de México para que vea lo que es bueno.

Es claro que se trata de un problema estatal, hasta valdría hacer un concurso que gane el de peores circunstancias, y estaría peleado.

No hay mucho que pensarle, si se gobierna en estos municipios, una de las prioridades salta a la vista, al encuentro de propios y extraños.

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