El fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el caso de Sasha Sokol contra Luis de Llano sacude a una sociedad que durante demasiado tiempo calló. Y es que, mientras en los años 80’s se normalizaba este tipo de “romance artístico”, la realidad era que una niña de 14 años se involucraba públicamente con un hombre de 39 en una relación cargada de desigualdad y abuso.
Hoy la Corte confirma que eso no es amor; es daño moral y abuso.
Pero este no es un problema aislado, ni coyuntural. En el Estado de México, la situación es alarmante: entre 2015 y 2022 se documentaron 8 mil 989 casos de violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes menores de 18 años, en promedio más de mil al año, y el 91.6 % de las víctimas fueron niñas de entre 12 y 17 años.
Solo allí, en los hogares, escuelas o calles del Edomex, casi 6 mil ataques ocurrieron en vivienda familiar.
Y eso no es todo. Durante 2023, casi 10 mil menores de entre 1 y 17 años fueron atendidos por violencia sexual en México, el Estado de México concentró el 16.1 % de esos casos.
A esto se suma otro abuso encubierto históricamente: el matrimonio infantil. Aunque está prohibido formalmente desde 2020, persiste silencioso en forma de “uniones tempranas”. De acuerdo con Save the Children, hay más de 300 mil niñas de entre 12 y 17 años en uniones tempranas en todo el país, y el Estado de México encabeza la lista con más 33 mil casos. Niñas de 12, 13, 14 años, muchas obligadas o coaccionadas por padres, las costumbres o la pobreza.
Cada día, miles de niñas mexicanas renuncian a su infancia 70 % de quienes se casan o unen dejan la escuela, enfrentan embarazos tempranos y un riesgo mayor de violencia física (49 %), sexual (68 %) o económica (16 %).
Entonces, ¿por qué el caso de Sasha resuena? Porque pone nombre y cara al problema y esa es la importancia del caso, no es una estadística abstracta. Además, pone sobre la mesa el meollo del asunto, derribar el mito de que “una niña puede consentir”. No puede, sin importar si es una menor con fama pública o anónima, su apariencia, actitud o expresiones. Una menor no tiene capacidad legal para consentir.
Además, el fallo de la Corte marca un hito: deja claro que en materia civil el abuso sexual infantil no prescribe. No importa el tiempo que pase, la justicia puede hacerse presente. Esa es una herramienta poderosa para niñas, adolescentes y sobrevivientes que durante años han sentido que nadie los escucha.
Sasha lo expresó con honestidad brutal, su verdad no la expuso por venganza, sino “para proteger a quienes hoy son menores”. Su testimonio pone el foco sobre el asunto central, el silencio nos hace cómplices y la impunidad es territorio fértil para el horror social.
El abuso existe aquí y ahora, como existió en el pasado. No lo vimos, pero ahora es claro. No lo expusimos, pero no debe ser encubierto nunca más. Y no se extingue con el tiempo, ni se olvida, ni se perdona.
La última trinchera
Por cierto, Yordi Rosado, ese simpático personaje que el “respetable” aplaude y al que le celebra gracias, apenas cuando la Suprema Corte dictó su fallo bajó de su plataforma la entrevista donde, de manera casual, entre risas, bromas y comentarios picantes, Luis de Llano confesó el abuso cometido décadas antes contra Sasha.
Habrá pensado que el escándalo le traía público, dicen “que hablen, aunque sea mal”.
Este tipo de sujetos están por pasar a la historia, anquilosados, equivocados. Nunca entendieron y no entenderán.
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