En el Estado de México la conversación política ya huele a elecciones. Aún no terminan de acomodarse los escritorios en los palacios municipales, ni los actuales presidentes y presidentas han rendido su primer informe de gobierno, cuando ya se asoma el ruido de las precampañas para elegir a sus sustitutos y preparar las alianzas, los tanteos y los cálculos rumbo a 2027, año en que se renovará la gubernatura.
Falta tiempo, sí, pero en política el reloj corre distinto, las alianzas se tejen en silencio mucho antes de que la gente empiece a mirar hacia las urnas.
El panorama mexiquense se mueve con una mezcla de ansiedad y ambición. El “Niño Verde” del Estado de México, José Couttolenc Buentello, ya dejó entrever que podría romper con Morena para buscar, por fin, el protagonismo que tanto anhela.
Uno no puede evitar preguntarse: ¿serán las recientes incorporaciones de ex priístas lo que lo motivan? ¿O es simplemente la vieja tentación de ser cabeza y no cola de una alianza donde siempre termina subordinado?
El Partido Verde ha aprendido a moverse entre sombras, a ser aliado cuando conviene y opositor cuando le resulta rentable.
Pero si ahora decide caminar solo, ¿podría convertirse en el nuevo rostro del PRI, ese que sobrevive en cada esquina del poder, disfrazado de pragmatismo y memoria selectiva? Ya lo ha hecho antes y hoy tienen en sus filas más razones que nunca. Tal vez. Al final, el Verde sabe pescar en aguas revueltas, y en el Edomex, esas aguas están más agitadas que nunca.
Por otro lado, Nueva Alianza parece tantear el terreno, buscando una compañía que lo fortalezca. ¿Podría acercarse a la izquierda casi extinta del PRD? Tal vez, aunque ambos parecen cargar el mismo peso: el de no encontrar un nuevo discurso que los conecte con una ciudadanía cada vez más incrédula.
Y mientras tanto, el PAN camina con un solo ritmo, el de Enrique Vargas, su hombre orquesta. Todo lo decide, todo lo toca, todo lo dirige. Pero en política, cuando el poder se concentra en una sola figura, el eco del cansancio no tarda en escucharse, ya hay muestras de ello. La pregunta es ¿hacia dónde?
¿Y el PRI? Ese gigante que alguna vez dictó los pasos de la historia mexiquense hoy parece desdibujado, intentando reconocerse entre las sombras de su propia caída. Después de la desbandada, ¿podrá renacer o quedará como un recuerdo de lo que fue?
La verdad es que el ajedrez político del Estado de México ya comenzó a moverse. Faltan informes, faltan resultados, pero sobran ambiciones. Y mientras los ciudadanos apenas empiezan a exigir cuentas a sus alcaldes, los partidos ya están pensando en la próxima jugada. Como siempre, la política corre más rápido que la realidad. Y el reto será que, esta vez, los proyectos no se queden otra vez en promesas de campaña.
La última trinchera
Más allá de la trifulca de Ricardo Moreno con la prensa, que todavía dista mucho en resolverse, el encontronazo del Enjambre Universitario de UAEMéx y la autoridad, que dejó un desastre a su paso por la ciudad, debe tener repercusiones importantes.
Y es que se evidenció que los encapuchados con armas blancas desquiciando la ciudad y generando violencia parecen de todo, menos estudiantes. ¿Quiénes son, qué buscan, quién les paga y hasta cuándo alguien les pondrá un alto?
Sea quien fuere “la mano que mece la cuna”, ya se le pasó la mano, es mejor que le pongan un alto.
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