En un país cansado de la polarización, de los partidos desgastados y de las promesas incumplidas, surge una figura que comienza a despertar un nuevo interés ciudadano: Grecia Quiroz.

Su nombre se está consolidando como un símbolo de dignidad y resistencia tras asumir la presidencia municipal de Uruapan, Michoacán, en medio del dolor y el vacío dejado por el asesinato de su esposo, Carlos Manzo Rodríguez. Pero más allá de la tragedia personal, Grecia representa una posibilidad política distinta: la de un liderazgo auténticamente ciudadano, surgido desde las entrañas del pueblo, no desde las estructuras partidistas.

Durante su toma de protesta, la nueva alcaldesa prometió continuar con el legado de Manzo y del Movimiento del Sombrero, un esfuerzo colectivo que nació como reclamo social y se consolidó como bandera de justicia y organización popular.

Su discurso no fue de revancha, sino de continuidad y esperanza. Ese tono, sereno pero firme, marca una diferencia fundamental frente al ruido político que hoy domina el país. Su figura encarna la posibilidad de una mujer que, sin renunciar a la emoción, asume la responsabilidad de transformar la indignación en acción, y la memoria en futuro.

En el contexto nacional, donde Morena mantiene una hegemonía difícil de desafiar y los partidos de oposición parecen desorientados, desgastados, sin liderazgo ni rumbo, la idea de una candidatura ciudadana como la de Grecia Quiroz podría representar un punto de inflexión.

No se trata de competir por ambición, sino de construir una opción ética, sensible y cercana a la gente. Su historia conecta con los corazones de miles que han perdido la fe en la política tradicional, pero aún creen en la fuerza del ejemplo.

El país necesita voces que hablen desde la verdad y no desde la consigna. Necesita liderazgos con raíces en la comunidad, no en los pactos de las élites. Grecia Quiroz podría encarnar ese tipo de liderazgo que nace del dolor, pero también de la convicción, que escucha antes de ordenar, que convoca antes de dividir.

Si su movimiento logra trascender lo local y articular un proyecto nacional, podría abrir la puerta a una nueva etapa política, la de los ciudadanos que ya no esperan ser representados, sino que deciden representar.

México atraviesa un tiempo de definiciones. Y quizá, desde Uruapan, una mujer con sombrero, palabra y valor, pueda comenzar a escribir una nueva historia. Una donde el poder regrese a la gente, y la esperanza vuelva a tener rostro.

La última trinchera

Donde de plano no hay liderazgo, ni pies ni cabeza en el gobierno municipal es en El Oro, donde la presidenta municipal, Juana Elizabeth Díaz Peñaloza, está desaparecida desde hace días, a pesar del desastre vivido en las calles de su municipio.

Luego de 11 meses de un pésimo gobierno plagado de desatinos, integrantes de su Cabildo acudieron al Congreso a pedir ayuda para destituir y nombrar sustituto. Al día siguiente, una revuelta de los pobladores llenó las calles de la cabecera de basura y estuvo a punto de terminar en violencia. ¿Y la presidenta?

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