Con la marea guinda en el Estado de México, luego del contundente triunfo de Delfina Gómez en la gubernatura, en la elección municipal que coincidió con la de la presidencia de la República, en muchos municipios las y los candidatos de ese partido ganaron con facilidad, cobijados por el carisma de Claudia Sheinbaum y la propia mandataria estatal.
En algunos municipios, hoy los ciudadanos reflexionan su voto y se dan cuenta de que no conocían bien a los aspirantes a munícipes, ni sus antecedentes o trayectoria. Se arrepienten y buscan la forma de revertir aquella decisión, pero se ve muy complicado.
Un caso que se ha convertido en un ejemplo emblemático es Juana Elizabeth Díaz Peñaloza, actual alcaldesa de El Oro, en la frontera con Michoacán.
Este lugar municipio fue nombrado Pueblo Mágico en 2011 y algunos de los elementos que ayudaron a que obtuviera esa insignia fueron sus edificios históricos, que están incluso protegidos por el INAH, como el Palacio Municipal, el Teatro Juárez y el Tiro Norte, construcciones que datan de los siglos XVIII y XIX.
Bueno, pues a menos de un año de haber tomado protesta, la presidenta Municipal ya ha afectado al menos a dos de ellos, con obras que han causado daños estructurales en esos inmuebles. El INAH intervino y puso sellos de suspensión a las obras, pero ella los mandó quitar sin más autoridad que la que ella misma se concede.
Para colmo, en el Bando Municipal de este año ella se atribuyó la autoridad para ser la única que puede firmar ciertas autorizaciones, atribuciones que corresponden a Desarrollo Económico o a otras áreas.
Otro caso que ha llamado la atención es el de El Vagón, un restaurante emblemático instalado en un viejo vagón de tren restaurado e instalado en el centro de la ciudad y que desde hace 22 años está bajo resguardo de una familia que lo ha mantenido en perfectas condiciones, ellos pagan el mantenimiento y los gastos respectivos, además del permiso. Incluso en pandemia, aunque no fue posible abrir al servicio, pagaron los permisos y gastos del lugar.
Funciona como cafetería restaurante con venta de alcohol al copeo y sólo con alimentos. Todo el que haya ido a El Oro de visita ha entrado o al menos se ha asomado para verlo por dentro, lo cierto es que es un punto que uno no se podía perder al visitar el municipio.
El asunto es que este año les avisaron que no les renovarán el contrato y cuando empezaron a preguntar las razones e insistir, les pusieron sellos de suspensión. La autoridad argumenta haber recibido una denuncia de que hacían peleas de gallos al interior del lugar.
Si usted ha visitado o al menos ha visto el lugar sabe de cierto que ahí no pudo haber peleas de gallos, simplemente porque no hay espacio y el restaurante está siempre lleno, incluso hay que esperar bastante tiempo para conseguir una mesa.
De todos modos, a los dueños del restaurante nunca les dieron audiencia para iniciar una defensa ni para la renovación del contrato.
Hace unas horas, sin más ni más, pusieron anuncios de que pronto abrirá el restaurante y seguramente le dieron la concesión a alguien más.
Será que esta alcaldesa puede hacer lo que ella quiera sin darle cuentas a nadie, como ella cree que aplica la autonomía municipal. Esa no es una atribución para destruir el patrimonio que le pertenece al municipio y su gente.
La última trinchera
La semana pasada concluyó legalmente el proceso electoral del Poder Judicial, se entregaron constancias y en diciembre habrá cambio de autoridades. Veremos cambios, que ya están en ciernes.
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