El próximo 23 de septiembre se cumplirán 136 años del natalicio de Walter Lippmann, uno de los principales teóricos de la comunicación política, específicamente sobre la opinión pública. Sus aportes se materializaron en tres valiosos libros: Libertad y Prensa (1920), Opinión Pública (1922) y El público fantasma (1925).

Creció dentro de una familia judía-alemana de clase acomodada; cada año iban de vacaciones a Europa. En el contexto político mexicano actual sería considerado un “fifí”. Walter Lippmann se identificó como agnóstico.

Estudió en la Universidad de Harvard. Fue alumno del notable psicólogo William James, así como del filósofo y ensayista de origen español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana. Lippmann cultivó dos campos: la filosofía y las letras; y hablaba alemán, su lengua materna, inglés y francés. Hacia el final de la Primera Guerra Mundial (Gran Guerra), fue enviado a Francia, en calidad de capitán, para ocuparse del área de inteligencia en aquel país.

Fue ampliamente conocido por su trabajo periodístico y por las entrevistas que publicó en el prestigioso diario New York Herald Tribune. En 1962 obtuvo el Premio Pulitzer, en la categoría “Información internacional”, gracias a las 19 entrevistas que realizó a Nikita Jruschov, quien de 1958 a 1964, ocupó el cargo de primer ministro de la URSS. Quedó para la memoria aquel tenso momento, vivido en octubre de 1962, cuando John F. Kennedy, entonces presidente de los Estados Unidos de América, y Nikita Jruschov amenazaron con desatar una guerra nuclear, cuyos efectos habrían sido devastadores para la humanidad. A partir de entonces, se acordó la instalación del teléfono rojo.

Como periodista y teórico de la opinión pública, Lippmann difundió y popularizó a gran escala el enunciado “Guerra Fría”. Una expresión que en realidad había sido acuñada por Herbert Swope, corresponsal que había preparado un discurso para Bernard Baruch, un multimillonario con amplia influencia en varios presidentes estadounidenses.

Aquello que mantiene vigente el pensamiento de Walter Lippmann es que nos permite recordar que los medios de comunicación —los de antaño y los actuales— continúan condicionando nuestra percepción acerca de lo que sucede y lo que consideramos importante, tanto del país como del mundo. Seleccionan aquello que sus dueños(as), ideólogos y columnistas estiman relevante o trascendente para la sociedad.

Por supuesto que, en el pueblo, la colonia, la ciudad, la entidad, el país y en el planeta, suceden muchas cosas más; pero tratan de hacernos creer que esas noticias son las más importantes o relevantes. Nos edifican un pseudoentorno, tal como lo dijo Lippmann, mediante el uso de imágenes y de narrativas que buscan orientar el pensamiento colectivo. Así que no solamente debemos leer, ver o escuchar noticias en los medios y en las redes sociales digitales, también es necesario acudir a libros, revistas y semanarios para comprender otras realidades.

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