Para garantizar una atención integral, confidencial, accesible y alejada de criterios moralistas, desde el pasado siglo XX, cuando corría el último tramo de la década de los 80, países como Noruega, Reino Unido y Suecia, pusieron en marcha los denominados Adolescent Friendly Health Services. Años más tarde, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) pusieron en marcha el modelo de “Servicios integrales de salud amigables para adolescentes y jóvenes”. Dicho modelo comenzó a operar en 1995.
Las primeras naciones de la región latinoamericana que reaccionaron ante la iniciativa lanzada por la OMS y por el UNFPA fueron: Chile, Costa Rica y Colombia. Es una pena, pero México puso en marcha este tipo de atención para la salud sexual y reproductiva en adolescentes y jóvenes hasta 2001. No deja de sorprender que esto haya ocurrido dentro del régimen de aquel panismo foxista que recién había llegado al Poder Ejecutivo.
En el país, las evaluaciones aplicadas a este tipo de “Servicios Amigables” son escasas y todavía no existe una investigación que haya logrado un estudio a escala nacional. Será que para eso no hay fondos públicos. Algunas fuentes institucionales y otras de corte académico revelan que gravita una densa burocracia para que la población adolescente y juvenil de México pueda acceder realmente y de manera eficiente a servicios de este tipo.
También se ha revelado que las y los usuarios se quejan de falta de privacidad y del descuido en la confidencialidad que deberían recibir durante la atención. Está documentado que prevalecen fallas por parte del personal de salud al momento de realizar la exploración física o al momento de dar seguimiento al tratamiento, pues usualmente se desconoce o “se extravía” cuál fue el motivo de la primera consulta. Además, es notoria la carencia de señalización para indicar dónde se hallan estas Unidades o Clínicas de “Servicios Amigables”. El mensaje aún parece sugerir que, en temas de atención a la sexualidad, es algo vergonzoso.
Una de las conclusiones más sonadas es que los “Servicios Amigables” todavía no alcanzan los estándares internacionales, ya que fallan en: accesibilidad, aceptabilidad, adaptabilidad, seguridad y continuidad. Es habitual constatar lo fluctuante de contar o carecer de insumos de prevención para evitar o planificar el embarazo y, desde luego, también se descuida el acceso a pruebas para detección y tratamiento de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), entre las que está el VIH/sida.
En el Estado de México existen poco más de 300 unidades o clínicas de “Servicios Amigables.” Sería deseable que la Secretaría de Salud mexiquense se diera a la tarea de emprender un proceso evaluativo integral, tipo 360, para saber qué tan amigables están resultando esos servicios de salud sexual y reproductiva.
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