Luis Alfonso Guadarrama Rico

¿Hacia dónde vamos?

SIGNO

Las principales coordenadas socioculturales que en gran parte de occidente han perfilado la crianza para formar a las recientes generaciones han comenzado a dejar un perfil un tanto quebradizo y voluntarioso.

Al menos una parte de las infancias, adolescencias y juventudes son cada día más individualistas, egoístas e hipersexualizadas. Dueños de sus cuerpos a más temprana edad, suelen maltratarlo, marcándolo con un gusto sensiblero, caprichoso y esnob. La “comodidad” en su vestimenta tiende a mutar hacia el desaliño y el desaseo.

Nos hemos dedicado a ampliar el corpus jurídico, con el ciclópeo objetivo de ensanchar sus derechos, pero dejamos a la zaga u olvidamos advertirles que cada derecho conlleva deberes o que sobrevienen responsabilidades u obligaciones. Es por lo que, con la mano en la cintura, adolescentes y jóvenes pueden desdecirse de aquello que han pactado o acordado con el mundo adulto. Simple y llanamente decretan incumplir; habituados a salirse con la suya desde la infancia, imponen sus veleidosas reglas.

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La contracara es que, como mundo adulto, al ver lo que hemos conseguido con las nuevas generaciones, únicamente atinamos a balbucir que: “tienen razón”; que sus “causas son justas”; que “deben ser escuchados y comprendidos”; que “todo cuanto piden es razonable”, aunque ellas y ellos dejen a su paso destrucción, daños patrimoniales, e incluso, afectaciones económicas a gente que nada tiene que ver con su causa ni con su iracundo paso por calles o avenidas. Cuando se les cuestiona por los perjuicios causados a gente totalmente ajena al problema o la injusticia a la que aluden, suelen responder: ¿Te importa más una ventana, una puerta o una tienda saqueada que mis derechos?

Tendemos a dejar ir por el caño la cultura del esfuerzo. Gran parte de aquello que ellos(as) necesitan debe estar al alcance de un clic. ¡Qué mejor que ese presuroso tecleo proceda del internet “gratuito” y, por qué no, también sus colegiaturas y los libros, siempre que sean digitales! Desde luego, será puesto en el magnánimo pedestal de lo viral aquel video juguetón que en tres minutos explique una teoría compleja. Cum laude a todo cuanto hoy día sea breve, divertido y elemental.

Para un amplio grupo de adolescentes y jóvenes aquello que la humanidad ha creado es para que ellos(as) lo utilicen o lo gocen. Todo lo que cueste trabajo, dedicación, esmero, horas o días de labor, es simple y llanamente aburrido, tedioso e inútil.

Como adultos, faltos de capacidad argumentativa y sin pizca de tiempo ni de paciencia, les hemos habituado a que sus impulsos sean el sitio sacro por excelencia. Lo que “decidan hacer” debe ser porque quieren, porque les gusta o porque les divierte, punto. Hemos usado a la Escuela, la Familia y a los Medios de Comunicación, para hacer que una porción de las adolescencias y las juventudes adquieran este perfil. Convendría una revisión crítica de ambas partes: adultos y nuevas generaciones.

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