Brota por caudalosos ríos una idea predominante, aunque simplista: creer que el poder yace y emana de las personas específicas que ocupan un cargo. Cándidamente, se profesa que esa fuerza decisoria estará exclusivamente en el director o directora de un espacio académico; en la voluntad de un secretario o secretaria y, cómo dudarlo, en manos de quien está en la cúspide del cargo, sea presidenta del país, gobernadora o gobernador, presidente(a) municipal, rectora o rector.

En el último tramo del pasado siglo XX, Michel Foucault arrojó luz en torno a las características del poder. En su exquisito libro Microfísica del poder, advierte que no se impone únicamente por la fuerza, sino que se interioriza mediante microprácticas disciplinarias, en la escuela, la oficina, la fábrica, la tienda, el hospital o la cárcel.

Hemos visto cómo el poder no se ejerce solo “desde arriba”. Se cultiva y practica en términos de estrategia, de relaciones y de efectos nocivos o positivos, según se mire o se ocupe determinado sitio dentro del tablero. Allí estuvieron colocadas las vallas para proteger el Palacio Nacional el pasado 15 de noviembre. ¿Qué sucedió? Un grupo de encapuchados —aunque minoría— derribó esas protecciones y causó daños físicos y humanos. Están dentro del poder, no fuera.

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Foucault escribió que donde hay relaciones de poder, hay posibilidad de resistir. Si esa correa logra su cometido, reconfigura o desplaza al poder. Y lo vemos: la presidenta Claudia Sheinbaum dialoga con representantes de la CNTE, pero la sorprenden —resistiéndose— al acudir a la marcha de la autodenominada Generación Z. Queda atónita porque cree que el poder solamente lo tiene y lo ejercerá ella. No es así.

Se aprecia en la gobernadora mexiquense, que la Mtra. Delfina Gómez Álvarez; ha tenido que sortear embates, estrategias y resistencias del senador con licencia Higinio Martínez, quien escribió en Facebook: “Refrendé mi respeto y aprecio a la maestra Delfina Gómez Álvarez; señalé que no en todo se puede coincidir, pero que las decisiones de su gobierno las toma ella. Anuncié mi regreso al Senado de la República a partir del próximo año…”.

Qué decir de la otrora poderosa ex Oficial Mayor, Trinidad Franco Arpero, dueña de una abultada trayectoria en el Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México. Artífice priista que hizo ganar a varios gobernadores tricolores, aunque siempre lista para girar el timón hacia el mejor postor, hasta que mutó al guinda morenista. Hoy, fuera del escenario, hasta nuevo aviso.

El poder no es un sitio en la cima: es una trama que produce comportamientos, expectativas y resistencias. Lo importante no es preguntarnos quién “tiene” el poder, sino cómo se ejerce, cómo nos atraviesa y cómo lo cuestionamos.

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