Han pasado 65 años desde la aparición de: At last!, el disco debut de la enorme Etta James y el tiempo no ha hecho mella en él: continúa siendo uno de los álbumes más grandes y exitosos que se han grabado en la historia de la música.
Pero, antes de las alabanzas propias que se merece y detallar su importancia en la industria musical, debemos viajar al pasado para conocer su vida y los derroteros por los cuales transitó. Una vida, hay que decirlo sin tapujos: difícil, dura, llena de obstáculos, pero también alegrías que la transformaron a la postre en una de las vocalistas más aclamadas de los últimos años.
Su leyenda comenzó un 25 de enero de 1938 en el vecindario de Watts, ubicado al sur de Los Ángeles. Aquel día nació Jamesetta Hawkins de una adolescente llamada Dorothy, descrita por la propia Etta como una “maestra de la estafa”. Por si fuera poco, nunca conoció a su padre. Sin embargo, le contaban que era un tipo blanco, un famoso jugador de billar bastante reconocido en el ambiente underground de Los Ángeles, que ostentaba el nombre de Rudolf "Minnesota Fats" Wanderone.
Este “maestro del billar” fue inmortalizado en la película “El buscavidas”, de 1961, donde Eddie Felson (interpretado por Paul Newman) un jugador que, en el ascenso de su carrera, debe enfrentarse al Gordo de Minnesota, el mejor jugador que conoce.
Etta fue criada por una serie de padres adoptivos. A los cinco años inició su educación musical cuando se unió al coro Echoes of Eden de la iglesia baptista St. Paul. El góspel entró por sus venas y, desde aquel entonces, se refugiaría en la música alimentando y mitigando sus problemas a través de ella.
A principios de los años 50, formó el trío vocal “The Creolettes”. Este grupo de chicas doo-wop, que más tarde cambiaría su nombre a “The Peaches” (inspirado en su apodo juvenil Miss Peaches), comenzó a ganar fama y, quiso su fortuna, que las presentaran con el productor de R&B, Johnny Otis, para llevar a cabo una audición.
Otis quedó gratamente impresionado por el talento y voz de Jamesetta, así que le sugirió transformar y adoptar un nombre artístico: “Etta James”.
Así, en 1954, con sólo 17 años, regresó a Los Ángeles para embarcarse en una carrera que la llevaría por los caminos del blues, el góspel, el soul, el jazz y el rock and roll. El reconocimiento popular, tanto de la gente como de la crítica, llegó en 1960 cuando firmó un contrato con el famosísimo sello de blues de Chicago: Chess Records, pilar de la música popular estadounidense y una de las grandes influencias de la cultura pop afroamericana.
Su disco debut At Last! Fue lanzado un 16 de noviembre de 1960 y la voz de Etta comenzó a comercializarse bajo el lema: “The Queen of the Soul”. Y aunque el tema que le da título al disco ha sido versionado hasta el cansancio, no hay duda que su interpretación es la mejor.
Su voz podía transmutarse de encantadora a feroz e irascible en un instante, era profunda, poderosa, apasionada y le permitió tender puentes entre distintos géneros sin inconveniente alguno; además de permitirle ganar 6 grammy’s y 17 Blues Music Awards.
En reconocimiento a su enorme contribución a la música fue inducida al Salón de la Fama del Rock & Roll en 1993, al Salón de la Fama del Grammy en 1999 y al Salón de la Fama del Blues en el 2001.
James sufrió discriminación y olvido por parte de una industria que alguna vez la enalteció y aplaudió para, finalmente, dejarla en el olvido. Pero nunca perdió esa voz iracunda y emocional que la convirtió, a la postre, en una diva, en leyenda.
Síguenos en nuestras redes sociales:
Instagram:@eluniversaledomex, Facebook:El Universal Edomexy X:@Univ_Edomex.

