Hoy vengo a recomendarles una cinta que, aunque ya tiene algunos años, vale mucho la pena regresar a ella: me refiero a Jojo Rabbit. Dirigida por el neozelandés Taika Waititi, un nombre que conocimos (y ahí me incluyo) gracias a cintas como Thor: Ragnarok, What we do In the Shadows y Hunt for the Wilderpeople. Además, ha trabajado con la compañía del ratón Miguelito y se encargó de dar voz al androide IG-11 y dirigir el octavo capítulo de la primera temporada de The Mandalorian.
La cinta es una adaptación libre de la novela Caging Skies de Christine Leunens, una obra dramática acerca del amor no correspondido, la dependencia emocional y las mentiras, por lo que no esperen encontrar una sátira como la que Waititi planteó en su guión.
En 2019 se estrenó en nuestro país y coincidió (¿de manera fortuita?) con el 75 aniversario de la liberación de Auschwitz, el agriamente recordado campo de concentración en el que fueron asesinadas más de un millón de personas.
Ubicada temporalmente en la Segunda Guerra Mundial, acompañamos a Jojo Betzler, un pequeño niño que forma parte de las juventudes hitlerianas y, detalle curioso, tiene un amigo imaginario. Este no parece ser un hecho importante, sin embargo, todo cambia cuando nos enteramos que se trata de nada más y menos que Adolf Hitler. El chico, cuya habitación se encuentra atestada de propaganda Nazi, vive con su madre y sueña en convertirse un día en el guardia personal del Führer, pero todo su mundo pone de cabeza con la aparición de una joven judía en su propia casa. Esta es la premisa a partir de la cual se construye esta cinta aderezada por momentos cómicos, dramáticos, absurdos y mucho humor negro.
A partir de la visión que tiene el propio Jojo del mundo, equilibrada entre la realidad que supone vivir en la Alemania a fines de la Segunda Guerra Mundial y la inocencia propia de la edad, se desarrolla una historia que por momentos pareciera restarle importancia al tiempo histórico, apoyado en los gags y las risas que nos arranca, pero aprovechando también los instantes tensos, llenos de drama, para criticar la guerra, el racismo, la propaganda y las ideologías llevadas al extremo.
Me parece que uno de los mayores aciertos de la película es la imagen de Hitler. Sí, sabemos que la figura de este hombre es brutal y Waititi no ha sido el primero, ni el único, en ridiculizarla o burlarse de ella. Por ahí han pasado ya Charles Chaplin y Mel Brooks por mencionar sólo un par de nombres que han recurrido a la comedia para hacerlo y abordar un tema fuerte, ríspido, trágico. Y acá se encarna a un Hitler de caricatura, ridículo, bufón y en alguno momento medio patético, para hacer un escarnio de su figura y lo que representa.
En el apartado estético hay que aplaudir la paleta de colores que emplea y el balance que tiene en la película. Es inevitable pensar en Wes Anderson al ver la cinta y notar su uso del color y los planos de esta. La música saca provecho a distintos éxitos de la época, por lo que nos encontramos a The Beatles, Tom Waits, Reel to Real o Bowie.
Jojo Rabbit es una película relajada y divertida, llena de ocurrencias, chistes e ironías, pero también dramática, oscura y crítica. Es una cinta de crecimiento y de tolerancia, sobre la amistad y las diferencias, el odio y la ingenuidad; es una película conmovedora y fuerte que nos recuerda que así es la realidad. Y en estos tiempos duros que vivimos, apelar a la humanidad siempre es bienvenido.
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