Guillermo Alberto Hidalgo Montes

Narco submarinos: la nueva amenaza tecnológica del crimen organizado

En la mira

El pasado miércoles 02 de julio de este 2025, la Armada de Colombia hizo un anuncio que paralizó gran parte de los estudiosos de la seguridad, ya que hizo público su primera incautación de un “narcosubmarino” en el Mar Caribe. Se encontró cerca de la ciudad costera de Santa Marta, parte del departamento de Magdalena, Colombia. Lo alarmante de este anuncio es que no se trataba de un “narcosubmarino” como a los que estábamos ya familiarizados, si no de un “prototipo” autónomo de semisumergible.

¿Por qué decimos prototipo? Bueno, esto es debido a que se encontraba vacío en el momento de la interdicción por parte de la armada colombiana, lo que genera sospechas de que estaban haciendo pruebas operacionales con la embarcación.

Esta noticia deja en evidencia que la evolución tecnológica no sólo transforma industrias legítimas; también está reconfigurando el rostro del crimen organizado, puntualmente, el narcotráfico.

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Una de las amenazas más recientes, discretas y sofisticadas es el uso de vehículos sumergibles no tripulados (unmanned underwater vehicle o “UUV”, por sus siglas en inglés) por parte de cárteles de la droga para el transporte de mercancía a través del océano Pacífico y el mar Caribe. Esta tecnología, que hasta hace poco era exclusiva de las fuerzas armadas o empresas de exploración marítima, ha comenzado a ser adaptada por las organizaciones delincuenciales para eludir la vigilancia internacional y tratar de asegurar el traslado de cargamentos multimillonarios.

De la lancha rápida al dron submarino

Desde los años noventa, la DEA y la Guardia Costera de Estados Unidos han documentado el uso de “narcopozos”, semisumergibles artesanales y lanchas rápidas para traficar cocaína desde Sudamérica hacia Centroamérica, México y, eventualmente, Estados Unidos.

Sin embargo, el hallazgo reciente del vehículo autónomo no tripulado y sumergible antes mencionado, nos indica que los grupos delincuenciales ya son capaces de transportar sus cargas sin necesidad de operadores humanos.

Esto marca un salto cualitativo en las capacidades logísticas del narcotráfico sin el riesgo de detener a miembros de la organización delincuencial en cuestión que puedan dar información a la autoridad (o sea, sin soplones).

En 2021, la Policía Nacional de España, en coordinación con Europol, desmanteló una red criminal que desarrollaba sumergibles no tripulados controlados por GPS, diseñados para transportar hasta 200 kilogramos de cocaína en rutas marítimas. El caso encendió las alarmas de agencias de inteligencia en América y Europa, al confirmar que los grupos criminales estaban invirtiendo en tecnología de navegación autónoma, criptografía de comunicación y materiales de difícil detección por radar o sonar. Sin embargo, la guerra entre Rusia y Ucrania ha acelerado esta industria de forma vertiginosa.

Riesgos estratégicos y de seguridad

El uso de UUV´s por parte de las organizaciones dedicadas al narcotráfico plantea una serie de riesgos complejos y de alto impacto:

  1. Incremento de la capacidad logística y sigilo operativo: A diferencia de los semisumergibles tripulados, los drones submarinos no requieren operadores humanos, lo que disminuye el riesgo de delación o captura. Además, pueden navegar a bajas profundidades, sin emitir señales de radar, lo que dificulta su detección por satélite o avión. Esto incrementa el volumen de droga que puede moverse sin ser detectada, y extiende el rango de operación a rutas previamente consideradas demasiado riesgosas. Además, que este tipo de embarcaciones pueden ser reutilizadas para el tráfico de armas en el lugar de origen.
  2. Desafíos a la inteligencia marítima internacional: Según un reporte del Center for Strategic and International Studies (CSIS), los UUV utilizados por organizaciones criminales están comenzando a incorporar tecnologías como sensores de presión, navegación inercial y sistemas de posicionamiento acústico, similares a los que emplean los drones militares. Esto significa que las agencias de interdicción marítima están enfrentando objetivos móviles autónomos, impredecibles y difíciles de rastrear, algo para lo cual muchas aún no están preparadas.
  3. Innovación delictiva descentralizada:  El narcotráfico está aprovechando las capacidades de manufactura descentralizada y componentes de uso dual. Muchos de estos dispositivos son fabricados con piezas adquiridas legalmente en internet —baterías de litio, placas Arduino, GPS de largo alcance— y luego ensamblados en talleres clandestinos. Esta democratización del acceso a tecnología de alta complejidad dificulta su regulación y detención.

Implicaciones para México y América Latina

Para México, la amenaza no es hipotética. En 2023, la Secretaría de Marina detectó y confiscó en costas de Oaxaca un vehículo sumergible no tripulado artesanal, que transportaba casi media tonelada de droga y había sido lanzado desde aguas internacionales. Aunque rudimentario en comparación con modelos europeos, el hallazgo confirmó la capacidad adaptativa de los cárteles mexicanos, que operan en colaboración con redes sudamericanas.

El Cartel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación han sido vinculados a redes de contrabando marítimo sofisticado. Un informe de Insight Crime de 2024 señala que estos grupos están comenzando a desarrollar alianzas con ingenieros navales colombianos y peruanos, aprovechando el know-how adquirido en décadas de narcotráfico marítimo en el Pacífico sur.

La carrera del gato y el ratón

Mientras las organizaciones criminales avanzan hacia una mayor automatización, las autoridades van un paso atrás. La detección de UUVs requiere radares de fondo, sonar de apertura sintética y vigilancia satelital con inteligencia artificial, tecnologías aún limitadas en muchas naciones latinoamericanas. A esto se suma la falta de legislación específica: en muchos países, no existen normativas claras para perseguir el uso de vehículos autónomos en actividades criminales.

Además, el carácter trasnacional de la amenaza complica los esfuerzos de cooperación. Sin una coordinación eficaz entre países costeros, las rutas del narcotráfico seguirán adaptándose y evadiendo los controles.

¿Hacia dónde vamos?

El uso de sumergibles no tripulados es apenas el inicio de una nueva era de narcotráfico automatizado y descentralizado. Con el auge de la inteligencia artificial, impresión 3D y acceso a componentes tecnológicos avanzados, es probable que en los próximos años veamos vehículos aún más sofisticados, programados para responder a contingencias, esquivar patrullas o autodestruirse en caso de detección.

Enfrentar esta amenaza requiere no sólo inversión en capacidades tecnológicas y de inteligencia, sino también reformas legales y cooperación internacional efectiva. Si los criminales están innovando sin fronteras, las respuestas estatales no pueden seguir atadas a viejos paradigmas. Las preguntas deberían ser: ¿Qué andamiaje jurídico se necesita para combatir estas nuevas modalidades delictivas?, ¿Cómo se generará la capacidad técnica y estratégica para responder a esta amenaza? y ¿Cuál debe ser el perfil policial del siglo XXI en México?

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