La alimentación va más allá de tan solo consumir alimentos de manera periódica, ya que el no proveer a nuestro organismo de los requerimientos alimenticios necesarios, representará a mediano y largo plazo deficiencias en nuestro desarrollo físico e incluso intelectual. En contraparte, un exceso de alimentos o una inadecuada dieta, con alta ingesta de azúcares o grasas también puede desencadenar problemas en nuestra salud.

En relación a la alimentación, en nuestro país tenemos ambas caras de la moneda pues existen altos niveles de obesidad entre la población adulta de México y al mismo tiempo, dentro de la población infantil existe importantes índices de desnutrición.

En lo que respecta a la obesidad en México, aproximadamente 7 de cada 10 adultos, alrededor del 75 por ciento de la población adulta, sufren de algún grado de sobrepeso u obesidad, lo que constituye un grave problema de salud pública. Asimismo, esta condición tiene mayor presencia en el grupo de las mujeres y lamentablemente, se ha registrado un aumento de esta problemática en población cada vez más joven.

Por el lado de la desnutrición, de acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública es un problema grave que se encuentra más arraigado dentro de la población infantil. Tan solo la hacer una revisión de las estadísticas de salud podemos observar una alta prevalencia de niñas y niños con baja talla, es decir con desnutrición crónica, con el 13.9 por ciento en niños menores de cinco años durante 2020 y de 12.6 por ciento en 2021.

En ambos sentidos, estamos hablando de la inseguridad alimentaria, pues se trata de una condición económica y social en la que las personas o los hogares no tienen el acceso a suficientes alimentos, ya sean nutritivos y asequibles. Sin embargo, esta condición no implica exclusivamente la ausencia de comida, sino también la falta de calidad o variedad de los alimentos disponibles, la incertidumbre sobre la próxima comida, o la necesidad de elegir entre alimentos nutritivos y otras necesidades básicas.

En otras palabras, la inseguridad alimentaria es el estado que sufren las personas que, por culpa de no tener una dieta adecuada, no pueden mantener una vida sostenible.

De acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés), esta condición se puede dividir en 2 elementos. La inseguridad alimentaria crónica, que es cuando una persona no puede consumir suficiente alimento de forma prolongada. Mientras que la inseguridad alimentaria aguda, se puede observar cuando la vida o los medios de subsistencia de las personas están en peligro inmediato.

Especialistas y analistas en la materia, coinciden en que la pobreza y la falta de empleo son causas estructurales que impiden el acceso a una alimentación suficiente en calidad y cantidad, por lo que trabajar en atender estos rubros permitirá que las y los mexicanos tengan una alimentación conforme a sus necesidades.

Dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas, se contempla que para 2030 exista un mundo libre de hambre. Para la ONU el problema global del hambre y la inseguridad alimentaria ha mostrado un aumento alarmante desde 2015, una tendencia exacerbada por una combinación de factores que incluyen la pandemia, los conflictos, el cambio climático y la profundización de las desigualdades.

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