La llegada de diciembre anuncia también que se aproxima el invierno, la estación más popular para subir a nuestras montañas. Las bajas temperaturas se intensifican, al igual que la esperanza de apreciar las cumbres de nuestros volcanes cubiertas de nieve, porque les devuelve un aura de autenticidad que contrasta con el repentino deseo de acercarse sin considerar la seguridad y el respeto.
Tristemente, aquellas imágenes de antaño que inspiraron a numerosos artistas y quedaron registradas en cuadros, fotografías y películas, se han convertido hoy en el telón de fondo para los reportes sobre las contingencias ambientales ocasionadas por la mala calidad del aire, un fenómeno habitual de esta temporada.
La caída de nieve atrae a la gente que, impulsada por la sensación de que se está perdiendo de algo y la urgencia por consumirlo, termina por subestimar riesgos y precauciones. Las filas de automóviles particulares y de autobuses repletos de paseantes ansiosos por experimentar el “turismo de montaña” son memorables.
Incluso, algunas “agencias de viaje” se atreven a ofrecer visitas a zonas restringidas, como la del Popocatépetl (5,426 mts), en un afán desmedido por “hacer su agosto” en el periodo vacacional con motivo de la Navidad y el Año Nuevo, lo que obliga a las autoridades a reforzar las medidas preventivas.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad mexiquense, durante enero de este año, se registró la asistencia de 140 mil personas y el ingreso de aproximadamente 22 mil vehículos al Nevado de Toluca (4,680 mts), cifras que arrojan un promedio de 35 mil visitantes y más de cinco mil automotores, cada fin de semana de ese primer mes.
Por eso, el llamado de la montaña nos invita a no caer en la espiral del consumismo -tan propio de estas fechas-; a renunciar a la inmediatez para devolverle su sentido original a una época del año que nos anima sí, a celebrar, pero también a la pausa, al descanso y a planear el comienzo de un nuevo ciclo.
Con suerte, las cimas de nuestros volcanes se cubrirán de nieve en varias ocasiones. Nos recordarán nuestra conexión con la naturaleza y su fragilidad. En caso de acercarnos a las montañas, que sea con responsabilidad y admiración, sin poner en peligro nuestra integridad por lograr una foto que, en el mejor de los casos, quedará almacenada en el dispositivo móvil.
Que el invierno no quede reducido a lo que podamos observar a través de una pantalla, mucho menos confundir necesidad con deseo (a pesar de la insistente publicidad).
Volvamos a lo esencial, a lo que no se puede comprar en un aparador ni tampoco recibir por paquetería. Bien dice el célebre alpinista Reinhold Messner: “En la vida vale más lo que haces, no lo que tienes”. Una frase muy oportuna, ahora que la tentación de lo inmediato parece dominarlo todo.
Brújula. En esta ocasión, el rumbo informativo nos traslada al vecino país del norte, pues a partir de enero próximo, la administración del Presidente Donald Trump impondrá un pago adicional de cien dólares a los turistas extranjeros que visiten sus principales parques nacionales (once), entre ellos el Gran Cañón, Yellowstone y Yosemite; los ingresos adicionales se destinarán al mantenimiento de dichos sitios. No cabe duda: la guerra comercial lanzada por el mandatario estadounidense alcanzó ya a las montañas.
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