Emilio Estrada Boyso

Hasta no ver, no creer

El llamado de la montaña

¿George Mallory y Andrew Comyn Irvine fueron los primeros en conquistar el Everest (8,848 metros) en junio de 1924? Nadie ha podido confirmarlo, pero tampoco negarlo con certeza. Todo ha sido conjeturas y suposiciones. Más de un siglo después, el enigma persiste y quizá nunca sabremos lo qué ocurrió. Sin embargo, aquella expedición tiene la inmortalidad asegurada en el imaginario colectivo, con cima o sin ella.

En la última semana, varios lectores -a quienes agradezco su interés-, me contactaron para conocer más acerca de este polémico episodio. Cuesta trabajo aceptar que, a pesar de los enormes avances científicos y tecnológicos, no se haya podido resolver si, en efecto, ambos montañistas lograron hacer cumbre en la montaña más alta del mundo, 29 años antes del ascenso oficialmente reconocido: el de Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay, el 29 de mayo de 1953.

En 1933, un grupo de montañistas ingleses encontró a poco más de 8,500 metros de altura, en la cara noroeste del Everest, un piolet de madera y concluyeron que solamente podía pertenecer a Mallory o a Irvine. Se sabe que llevaban una cámara fotográfica de bolsillo, la cual podría poner fin al misterio, siempre y cuando la película estuviese en buenas condiciones.

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Los técnicos de la época alimentaron la esperanza y, desde entonces, se ha convertido en el objeto más buscado en el Everest. Incluso, Edmund Hillary y Tenzing Norgay reconocieron que la evidencia fotográfica sería la única manera de saber la verdad.

En la entrega pasada, decíamos que una expedición estadounidense halló los restos de Mallory en 1999, a una altura de 8,300 metros. El cuerpo estaba prácticamente completo y mantenía una cuerda alrededor de la cintura que le había provocado lesiones, lo cual podría significar que se mantenía unido a su compañero antes de caer.

Entre sus pertenencias se encontraron una caja de cerillos, un altímetro roto, una navaja y un pañuelo, pero faltaba el retrato de su esposa que había prometido dejar en la cumbre y la ya mencionada cámara fotográfica (que pertenecía a Howard Somerwell, otro de los integrantes de aquella expedición).

El gobierno de Nepal se mostró reacio y pidió pruebas de genética para determinar si realmente era el cadáver de Mallory, lo que molestó a sus deudos. En particular, su hijo John confirmó que sí se trataba de su padre y que estaba convencido de que había logrado coronar la cima del Everest.

El año pasado, un siglo después de haber desaparecido George Mallory y Andrew Comyn Irvine, un equipo de National Geographic, encabezado por el escalador y cineasta Jimmy Chin encontró en el glaciar Rongbuk, a los pies de la cara norte del Everest, una bota con los restos de un pie dentro y un calcetín con las iniciales: A. C. Irvine. Actualmente, están bajo análisis, y el misterio sigue sin resolverse, pues tampoco se localizó la cámara fotográfica.

Sin evidencias reales hasta nuestros días, la posibilidad de que la historia del montañismo deba reescribirse persiste. En otras palabras, hasta no ver, no creer…

Brújula. Esta semana, el rumbo informativo se mantiene en Nepal, ya que expertos internacionales han denunciado que el problema de la basura y los residuos provocados por el desmedido turismo de montaña, no se reduce solamente al Everest, sino que se extiende ya a todo el sistema montañoso del Himalaya, debido a la falta de control y al incremento del senderismo.

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