A punto de cumplirse tres meses de la desaparición de Ana Amelí García Gámez, la joven de 19 años que acudió al Parque Nacional Cumbres del Ajusco para subir al Pico del Águila (3 mil 880 m.s.n.m.), aún no ha sido localizada.

Peor aún, casos similares se siguen presentando, y la preocupación aumenta: el 16 de septiembre pasado, Luis Carlos Ayala García se dirigió a esta zona boscosa del sur de la Ciudad de México para disfrutar de una caminata… y tampoco ha regresado.

De acuerdo con cifras de colectivos de madres buscadoras, del 2017 a la fecha, se han reportado más de 300 desapariciones de personas en esta área, que abarca 920 hectáreas y tiene confluencia con los estados de México y de Morelos.

Por desgracia, este espacio dedicado al montañismo y otras actividades al aire libre debe referir nuevamente un tema que la necia realidad nos impone: la creciente inseguridad en nuestras montañas.

Fue el caso de Ana Amelí (25 de julio). Pero también, semanas antes habíamos compartido la preocupación de la comunidad montañista, debido al aumento de la inseguridad en diversas áreas naturales del Estado de México a las que, definitivamente, ya no era recomendable salir de excursión.

En particular, las zonas conocidas como El Mapa, Corral de Piedra, Los Túneles (en el Nevado de Toluca) y La Peñuela requieren especial cuidado. Otras áreas, como las vías y cascadas del municipio de Ocoyoacac, así como la cara sur del Xinantécatl, también exigen extremar precauciones.

En ese entonces decíamos, y lo repetimos ahora: mientras las autoridades no cumplan con su deber, nos corresponde conocer y aplicar las medidas preventivas y los protocolos de emergencia indispensables.

Entre ellos: tener a la mano los teléfonos de la Cruz Roja, Protección Civil y el 911, así como avisar a familiares y amigos, tal como recomienda el Club de Exploraciones de México AC (CEMAC), sección Toluca.

Por su parte, los habitantes de las comunidades aledañas al Ajusco evitan hablar de los recurrentes rumores sobre tala ilegal, asaltos, secuestros, casas de seguridad, aparición de cadáveres, fosas clandestinas y laboratorios de drogas.

Su actitud resulta comprensible debido al miedo, la desconfianza hacia las autoridades y la resignación frente a un clima de violencia que, con los años, se ha normalizado en la región.

Por todo ello, en esta ocasión, el llamado de la montaña nos pone a prueba no por los riesgos inherentes a salir al encuentro con la naturaleza, sino por nuestra indiferencia.

Brújula.- El rumbo informativo nos lleva al este del Everest, en el Tíbet, donde, según fuentes locales, la semana pasada una tormenta sorprendió a casi un millar de senderistas en la ruta del valle del Kama.

Quedaron incomunicados a unos 5 mil m.s.n.m., y en los campamentos cayó más de un metro de nieve, bloqueando los caminos y dificultando los trabajos de rescate. Llama la atención no solo lo atípico de este fenómeno considerando la época del año, sino también su intensidad.

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