En el montañismo -una disciplina dominada históricamente por los hombres-, más allá del reto físico y los desafíos que impone la naturaleza, las mujeres han tenido que superar también los prejuicios, estereotipos y conductas machistas que por décadas han limitado o minimizado su presencia.

Recordemos a Junko Tabei, la primera mujer en conquistar la cima del Everest (8.848 mts) en 1975. En su momento, ella se vio obligada a fundar el club de montañismo de mujeres en su natal Japón, cansada de los comentarios que la acusaban de querer unirse a las agrupaciones existentes para "encontrar marido".

En 1999, el mismo año en que la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció oficialmente el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la mexicana Elsa Ávila registraba el primer ascenso latinoamericano femenino a la cumbre del "techo del mundo".

En diferentes entrevistas, ha reconocido que le tocó una época en la que seguía siendo inusual la participación de las mujeres, experimentar discriminación y celos entre compañeros; además de la desventaja de tener que adaptarse a la ropa y al equipo diseñados para varones.

En el caso de la española Edurne Pasaban, quien fue la primera en completar las catorce montañas más altas del planeta -los famosos catorce "ocho miles"-, apenas en el 2010, admite que la presión ocasionada por ser mujer en un ámbito predominantemente masculino, las expectativas sociales y la exigencia por conseguir buenos resultados, afectaron su salud mental.

Como puede apreciarse, la ruta no ha sido sencilla. Si bien es cierto que la presencia de las mujeres en las montañas ha ganado terreno, también lo es que las conductas de agresión y violencia están presentes, tal como lo revela una encuesta internacional realizada en el 2018, basada en más de cinco mil testimonios recopilados en 60 países.

Este tipo de estudios contribuye a visibilizar un problema que es real, ayuda a comprender mejor la naturaleza de estas experiencias e incrementa la información y el conocimiento para generar mecanismos o protocolos de atención específica.

Apenas el año pasado, Alejandra López Portillo Chávez, primera mujer en asumir la presidencia de la Asociación de Montañismo y Escalada de la Universidad Nacional Autónoma de México, señalaba que todavía hay actividades que se consideran exclusivas de los hombres y que a veces las mujeres dudan de sus propias capacidades.

Se trata pues, de una cumbre aún pendiente por alcanzar. Porque la montaña no distingue sexos. Somos nosotros, quienes hemos arrastrado nuestros prejuicios, estereotipos y discriminación hasta ella. Nos corresponde, por tanto, garantizar un acceso libre, seguro y digno para todas y todos.

Brújula. Esta semana, autoridades de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas informaron que se continúa trabajando en una nueva modalidad de visita, que permita la reapertura del Nevado de Toluca para el periodo vacacional de invierno próximo, la cual prevé dar prioridad al ascenso peatonal, la desaparición gradual del transporte en camionetas y el complemento de actividades como tirolesas y muros de escalada en el Parque de los Venados.

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