La digitalización de la denuncia ciudadana en el Poder Legislativo mexiquense representa un avance innegable frente a la inercia de mecanismos que, como los viejos buzones físicos, nunca lograron generar confianza ni resultados. Que en 2025 se hayan recibido 361 quejas a través de la Ventanilla Electrónica confirma que el acceso importa y que la tecnología puede reducir barreras históricas para la vigilancia pública. Sin embargo, el verdadero termómetro de esta política no está en el número de denuncias, sino en su desenlace: cuántas se investigan a fondo, cuántas derivan en sanciones y, sobre todo, si logran modificar prácticas arraigadas en los gobiernos municipales. Los programas preventivos y la apertura de expedientes son señales positivas, pero aún insuficientes si no se traducen en consecuencias claras. Sin rendición de cuentas visible, la denuncia corre el riesgo de convertirse en un trámite más y no en la herramienta de control ciudadano que promete ser.
Se acabó la etapa de gracia
La decisión de poner fin a la etapa de gracia y activar las sanciones del programa Hoy No Circula en el Valle de Toluca y Santiago Tianguistenco marca un punto de inflexión en la política ambiental del Estado de México. Como ha señalado la secretaria de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Alhely Rubio, seis meses de socialización deberían ser suficientes para que la ciudadanía asuma que la calidad del aire no es un asunto optativo, sino una responsabilidad compartida. Los datos sobre el incremento en la verificación vehicular apuntan a un cambio incipiente de hábitos, pero la eficacia del programa dependerá menos del número de multas y más de la consistencia con la que se aplique, de la coordinación con los municipios y de que la medida no se perciba sólo como un mecanismo recaudatorio. En un contexto metropolitano cada vez más interconectado, la eventual ampliación del esquema a más municipios y entidades obligará a construir una política ambiental coherente, donde la sanción sea el último recurso y no el eje central de una estrategia que aspira, en el discurso y en los hechos, a modificar conductas y mejorar la salud pública.

Conectividad, el reto del Tren AIFA
El avance desigual de los CETRAM del Tren México–AIFA confirma una constante en los grandes proyectos de infraestructura: la obra ferroviaria puede estar lista, pero la conectividad —la que verdaderamente hace funcional al sistema— suele ir a otro ritmo. Xaltocán destaca como un caso alentador, con accesos peatonales, paraderos y elementos de accesibilidad prácticamente concluidos, lo que anticipa una operación más ordenada para los usuarios. Sin embargo, el rezago en estaciones como Prados Sur revela que la experiencia cotidiana del pasajero aún no es una prioridad homogénea. A menos de un año de la inauguración prevista, la diferencia entre CETRAM terminados y otros apenas esbozados plantea un riesgo claro: inaugurar un tren moderno con entornos incompletos, improvisados o poco seguros. La eficiencia del proyecto no se medirá solo por llegar al aeropuerto, sino por la calidad del trayecto desde el origen; ahí es donde la planeación integral sigue estando a prueba.
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