Lo que sucede en Uruapan ha sido un espejo del México lastimado por la violencia, pero también del México que se niega a rendirse. El 1 de noviembre, el asesinato de Carlos Manzo frente al pueblo cimbró no sólo a Michoacán, sino al país entero. Fue un golpe duro que expuso con crudeza el poder de grupos criminales que han convertido la vida cotidiana en un tema de miedo diario.
Sin embargo, de la tragedia surgió un acto político que devolvió un poco de esperanza a la gente del lugar: la toma de protesta de Grecia Ortiz como nueva presidenta municipal.
“¡Ni un paso atrás!”: el grito de la dignidad
“¡Ni un paso atrás!”, gritaron decenas de ciudadanos y legisladores en el Congreso de Michoacán momentos antes de que Grecia Ortiz rindiera protesta como alcaldesa de Uruapan. La consigna, vibrante y firme, mostraba el sentir de una población que ha vivido años bajo el miedo, pero que ahora exige justicia y continuidad en el proyecto que encabezó Manzo.
Más que un acto protocolario, la sesión en el Congreso de Michoacán se convirtió en una demostración de fuerza civil y de respaldo social. Los vídeos mostraban un ambiente lleno de emoción y memoria a un hombre decente, luchador y valiente, la frase “¡Ni un paso atrás!” resonó en el recinto como un pacto no hablado ni firmado: no retroceder ante los criminales (sean quienes sean), no echarse para atrás frente al temor, y no rendirse ante las amenazas y la impunidad.
Una decisión oportuna de la presidenta Sheinbaum
El Congreso de Michoacán actuó con rapidez al otorgarle la posesión a Grecia Ortiz. Más que una formalidad política, después de esa reunión que sostuvo Grecia con la presidenta de México, fue una decisión estratégica. Ortiz representa la continuidad del proyecto de Carlos Manzo: enfrentar a las redes del crimen organizado con firmeza, fortalecer la seguridad local y reconstruir la confianza ciudadana.
Su designación no sólo representa contener el descontento social, sino canalizar la indignación hacia la unidad de un pueblo tan golpeado. Ver a una Grecia Ortiz tomar las riendas del municipio tras una tragedia tan dolorosa para ella, para su familia y para los habitantes, que podían ya caminar tranquilos, con el respaldo de la presidenta Claudia Sheinbaum, llevó un mensaje muy claro en torno a que Estado no se retirará de Uruapan.
El Plan Michoacán: una urgencia nacional
La presidenta anunció el llamado Plan Michoacán, una estrategia integral que busca restablecer el orden y la seguridad en el estado. Pero más allá de los anuncios, lo urgente es diseñar un plan nacional, sobre todo contra la extorsión, el delito más silencioso y devastador del país. Las familias, los comerciantes, los productores agrícolas y hasta los transportistas viven bajo la amenaza constante. México no puede seguir siendo rehén de sus criminales.
Una avanzada necesaria
Grecia Ortiz y Uruapan deben ser la avanzada de una nueva etapa en la política de seguridad mexicana. Si el Estado logra recuperar este municipio emblemático, y todo Michoacán, podrá replicar la fórmula en otras zonas que viven bajo circunstancias similares: Sinaloa, Sonora, Tabasco, Veracruz, Tamaulipas, Guanajuato, y tantas otras regiones donde el crimen se ha infiltrado en todos los niveles de la vida pública. Sheinbaum está a tiempo de parar lo que parece pudiera convertirse en un movimiento social nacional incontrolable.
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