En Nezahualcóyotl, están bajo el agua otra vez. La temporada de lluvias no es nada más eso, es la época del miedo y preocupación para decenas de familias. Las calles se transforman. Se convierten en canales improvisados y las casas se llenan de aguas negras. Lo más difícil para la gente, no sólo en este, sino en muchos municipios más, no es mojarse, sino tener la certeza de que esto se repite porque los gobiernos locales se acostumbran —y a la población también— a normalizarlo. Pocos son los gobiernos que aplican acciones de prevención. Y se nota.

Pero además pretenden culpar también a la gente. Es claro que hay quienes no son irresponsables, pero no tienen la culpa de todo. Las autoridades repiten que “la gente tira basura”. Y sí, muchos lo hacen, pero ¿y el mal servicio de recolección? La gente se queja de que los camiones no pasan y no hay botes suficientes en las calles o al menos en parques. Es claro que mucha basura la gente la deja en las calles porque no hay dónde depositarla. Tampoco es justo cargar la culpa a la gente que, entre el trabajo, la escuela y la búsqueda del sustento diario, además debían sacar cada año el agua de sus viviendas.

No solamente es la lluvia, es el abandono

La justificación de alcaldes y alcaldesas sobre inundaciones es que la cantidad de agua es “extraordinaria”. Y sí, quizás sea cierto. Pero, ¿recuerdan cómo se inundaban viviendas cada año en San Mateo Atenco, sin lluvias extraordinarias? Hoy, con esas precipitaciones que dicen, quizá vemos las calles llenas de agua, pero gracias a la tarea de prevención y a la insistencia de Ana Muñiz Neyra con autoridades estatales y federales o, además de acciones propias, pese a la gran cantidad de agua, no ha causado estragos en las casas. Claro, mantienen atención sobre el nivel del río Lerma. Si se desborda, ahí no podría evitar el desastre. En las cualidades principales, son obras de gran magnitud las que se requieren y corresponden a la CAEM y Conagua.

Pero el problema real no son las tormentas, sino la desatención. Los drenajes son antiguos, los colectores están colapsados, no hay equipos de bombeo, pero, sobre todo, hay cero mantenimiento. Las tuberías, construidas hace décadas, no soportan lo que hoy se vive. Pero claro, nadie asume la responsabilidad de actualizar lo que claramente ya no funciona. Son obras que no lucen.

Y los políticos suelen justificarse, en corto, que invertir en drenajes no da votos, “son obras “que no se ven”. Como lo vemos, están muy equivocados. Claro que se ven, y de la peor manera, cuando las familias pierden sus pertenencias, colchones, documentos, recuerdos. No se trata de votos, se trata de vidas y de dignidad humana.

La indiferencia oficial

Con cada inundación las familias pierden todo y ningún presupuesto alcanza para recuperar su ropa arruinada, enfermedades respiratorias y de la piel, electrodomésticos inservibles, pero, sobre todo, la angustia de no saber si a la próxima tendrá que abandonar su hogar. Los damnificados de Nezahualcóyotl no necesitan discursos ni culpas repartidas, requieren una solución seria y la voluntad política para hacerla realidad.

Tampoco quiere que les manden “abrazos de solidaridad”, como lo hizo Andy López Beltrán, cómodamente desde sus redes sociales. Requieren apoyos reales, tangibles y presencia directa, como lo hicieron la gobernadora Delfina Gómez y la presidenta Claudia Sheinbaum, quienes estuvieron en las zonas afectadas. Bajo el agua, la gente de Nezahualcóyotl no pide compasión, pide apoyo, respeto, obras y resultados a la brevedad.

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