El escándalo con que inició todo en Town Square
La noche en que Ariel Juárez Rodríguez -hasta ese momento titular de la Junta de Caminos del Estado de México- y el diputado federal Wblester Santiago protagonizaron un escándalo en el estacionamiento de Town Square Metepec, se convirtió en un hecho que marcó un antes y un después en sus trayectorias. Lo que inició como una salida nocturna terminó con agresiones a guardias de seguridad y daños materiales que rondaron los 400 mil pesos. Un exceso más, dirán algunos. Pero en política no hay “excesos menores” y todo mal actuar tiene (o debe tener) consecuencias. Y ambos, fueron captados en video y viralizados en redes sociales.
La renuncia de Ariel Juárez era ya algo inevitable. El asunto estaba hasta en medios nacionales. No midieron las consecuencias. No había manera de que la gobernadora Delfina Gómez sostuviera en el cargo a un funcionario que, lejos de dar ejemplo de responsabilidad, evidenció una falta de autocontrol incompatible con el servicio público. Su amigo (De Ariel), el diputado Wblester Santiago, enfrentará el juicio interno en el PT, pero el daño es irreversible, pues la imagen, la confianza y la credibilidad difícilmente se recuperan cuando se cruzan estas líneas.
En cargos públicos, no valen los excesos
Este hecho deja clara una verdad incómoda para muchos, pero pocos entienden: quienes ocupan cargos públicos no pueden darse el lujo de olvidar que representan algo más grande que su propia persona. Dejan de ser ellos porque se convierten en servidores públicos de tiempo completo. Aquí no valen los excesos. No basta con tener un nombramiento, se debe dignificar; pero eso parece que se les olvidó. La soberbia, cuando la mezclan con poder, suele ser el camino más seguro al precipicio. Ejemplos, hay muchos. Subirse al tabique marea, sobre todo cuando los pies no están bien plantados en la tierra. Bastó un tercio de la administración, para que
No es malo divertirse. Las y los servidores públicos son personas que tienen derecho a convivir. Lo que es inadmisible, lo que no se vale, es que su entretenimiento se convierta en abuso de poder, en violencia o en arrogancia como lo vimos en ese video. El problema no es la noche, son los excesos. Porque ya vimos que una mala decisión puede borrar en minutos lo que llevó años construir. Y en este caso, una noche de copas acabó con una carrera política.
Este hecho debe servir de ejemplo para todas y todos quienes son parte de la vida pública en el país. La sociedad exige representantes responsables, capaces de conducirse con ética incluso cuando nadie parece mirarles. Los cargos, el poder que dan, no es cheque en blanco para la impunidad, es una responsabilidad que exige mesura, prudencia y, sobre todo, respeto a la gente y la ciudadanía.
Mensaje contundente de la gobernadora
La gobernadora del Estado de México dio un mensaje contundente, y es que no habrá tolerancia para este tipo de conductas. Su postura al “recibir” la renuncia de Ariel Juárez, deja claro que la disciplina institucional no es negociable y que la imagen del gobierno no puede ponerse en riesgo por actos irresponsables. Así que más vale aprender del tropiezo ajeno que convertirse en la próxima nota vergonzosa y devastadora.
Este caso nos recuerda que el servicio público debe dar el poder para servir, efectivamente, no para sentirse por encima de los demás. Es una oportunidad para demostrar honestidad, integridad. Quien lo olvida, pierde el rumbo. Y como acaba de suceder con Ariel Juárez, también puede perderlo todo.
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