Este miércoles estuvo Laura González Hernández, secretaria de Desarrollo Económico, en el Congreso del Estado de México para comparecer como parte de la glosa del primer informe de gobierno de Delfina Gómez Álvarez. Y sí, hubo muchos datos, cifras y buenas intenciones… pero también un formato que verdaderamente deja mucho que desear. Es muy malo.

Las y los legisladores deberían reconsiderar la dinámica en la exposición de las y los servidores públicos. Quince minutos de exposición. Luego, diez minutos para responder las preguntas de siete bancadas, nada más no alcanzan. Si le echamos matemáticas, ni siquiera es minuto y medio por pregunta. Y mientras, las y los diputados tienen cinco minutos para preguntar. ¡Y no les alcanza!

¿Incongruente? Pues sí. Luego viene otra ronda de tres minutos para “repreguntar”, tiempo que casi nadie respeta, y al final, otros diez minutos para que la o el funcionario conteste todito. Resultado lógico: respuestas comprimidas o incompletas, discursos atropellados y un diálogo que no es diálogo.

Otro tema que no pasa desapercibido: no están presentes todas y todos los diputados. Usan la modalidad “en línea”, o eso aseguran. Pero si su principal trabajo es legislar y rendir cuentas, ¿por qué no asisten cuando se revisan los avances del gobierno? No hay justificación .

Pero hay algo peor todavía. Hay legisladores que hacen la pregunta y se salen del salón del pleno ¿a dónde? Sólo ellas y ellos lo saben. Sí, así como lo estoy diciendo. Cuestionan, levantan la voz, hacen el reclamo… y cuando llega la respuesta, ya no están. Algo que raya en la falta de respeto.

En su intervención, Laura González resaltó que el Estado de México ha recuperado su protagonismo económico. Agregó que se trabaja para atraer inversión, generar empleos y diversificar la industria. “Nos hemos reposicionado en la escena nacional y estamos en un momento clave para detonar el desarrollo en todo el territorio mexiquense”, subrayó. Añadió que la estrategia económica busca fortalecer la agroindustria en el sur, la logística en el norte y nuevos polos de crecimiento en el oriente del estado. Un discurso optimista, con datos que valdría la pena analizar con más tiempo… si lo hubiera.

El formato actual, aprobado por la Junta de Coordinación Política, establece 15 minutos para la exposición inicial, cinco por bancada para preguntar, diez para responder, tres para réplica y otros diez para cerrar. En el papel suena razonable; en la práctica, se convierte en una carrera contra el reloj donde nadie respeta los tiempos. Y mientras tanto, el diálogo de rendición de cuentas se diluye entre interrupciones, ausencias y discursos apresurados.

Si de verdad quieren que estas comparecencias sirvan para algo más que para cumplir con un protocolo, urge revisar ese formato. Que haya más tiempo para responder, que se garantice la presencia de las y los legisladores y que no se permita que el ejercicio se convierta en una simulación. Porque al final, no se trata solo de escuchar al funcionario de turno, sino de rendir cuentas con respeto y seriedad.

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