Es bien sabido que quienes dedicamos nuestra vida profesional a la asesoría inmobiliaria, prestamos un trabajo profesional como intermediarios en la compraventa de operaciones relacionadas a bienes inmuebles; sin embargo, el sector atraviesa un momento crítico en el que, derivado del desempleo, la necesidad de contar con una segunda fuente de ingreso, la situación económica, entre otros factores, una parte de la población ha encontrado como una alternativa pretender ejercer lo que hoy es una profesión seria, capacitada y de suma relevancia… la de asesor inmobiliario.
Sin tomar horas y horas de capacitación, sin experiencia y actualización constante, simplemente hay quienes deciden poner una lona para vender una propiedad y asumir que ese es todo el trabajo.
Las repercusiones no son pocas: genera que los clientes desconfíen de querer trabajar con asesores y empresas inmobiliarias serias, derivado de experiencias no gratas: casos en los que a los clientes les piden un apartado y el pseudo asesor desaparece, dejando al cliente sin propiedad y sin su dinero; en otros casos, adquieren inmuebles que han sido vendidos 2 o 3 veces, siendo víctimas de fraudes.
No menos importante es cuando las propiedades son ofrecidas por una persona distinta al propietario quien, con alevosía, fija un precio a su conveniencia sin autorización y al momento de la firma no aparece o lo hace sin la documentación que acredita la propiedad.
Hoy, es importante saber en quién confiamos la promoción de nuestro patrimonio, la adquisición de una vivienda es para la mayor parte de la población en el país la inversión más importante que realizará en su vida y de la que depende buena parte de su estabilidad económica y patrimonial.
No se trata solo de quien busque un terreno o una casa, sino de aquellos que conocen los procesos, las vías para hacer una operación segura, alguien que tenga una oficina dónde localizarlo, que tenga las relaciones comerciales, porque un asesor trabaja con diversas áreas como notarios, valuadores, brokers hipotecarios, abogados especialistas en el tema inmobiliario, una serie de especialistas que garanticen procesos exitosos.
No se trata de desconfiar de todos, el Estado de México sin duda tiene lo que se necesita. En territorio mexiquense se calcula que hay entre 8,000 y 12,000 asesores inmobiliarios, de los cuales sólo 15% está afiliado a una asociación como AMPI (Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios) y otras asociaciones con objetivos comunes y de ese total solo el 10% está debidamente capacitado.
Las estimaciones marcan que el 75% de los asesores operan sin una certificación legal vigente y que 6 de cada 10 operan de manera informal, todo la anterior según información de la Secretaría de Desarrollo Económico, realestatemarket.com y otras fuentes.
No asesorarnos con las personas adecuadas no solo perjudica a los propietarios, también a compradores, arrendadores, arrendatarios y a los mismos asesores que, muchas veces, por no contar con contratos firmados de prestación de servicios no reciben de los propietarios las comisiones acordadas.
Hoy, en el Estado de México contamos con una Ley Inmobiliaria, que reconoce en los asesores que toman la capacitación y demuestran conocimiento mediante los exámenes correspondientes, una licencia que se encuentra avalada por la Secretaría de Desarrollo Económico, una forma más de demostrar que se está trabajando muy fuerte por profesionalizar al gremio.
Y usted, ¿en qué manos está poniendo su patrimonio?
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